RIO DE JANEIRO.- Horas de tiroteos en los complejos de Penha y Alemão, bolsones de pobreza en Río de Janeiro compuestos por numerosas favelas, dejaron al menos 132 personas muertas, en uno de los despliegues policiales contra el grupo criminal Comando Vermelhomás sangrientos de la historia reciente de Brasil.
La mañana de ayer, vecinos de las favelas reunieron en una calle decenas de cadáveres que recuperaron de una zona boscosa. La escena, de una brutalidad innegable, pone en evidencia la magnitud del operativo y desata dudas sobre los protocolos utilizados y la organización del trabajo policial, además de exponer cómo los derechos humanos son pasados por alto en este tipo de situaciones.
Las repercusiones políticas no se hicieron esperar.
El ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, dijo en Brasilia que se revisará si lo sucedido “es compatible con el Estado democrático de derecho”, y señaló que el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, quedó “aterrado” ante la noticia, y “sorprendido” por no haber sido notificado de la operación.

El objetivo de la llamada “Operación contención” era detener a 100 presuntos criminales contra los que pesaban órdenes de captura. El enfrentamiento ocurrió el martes y fue brutal.
Movimiento policial
Los barrios cerraron y la ciudad entera se vio afectada por la acción, que supuso el movimiento de 2,500 agentes y decenas de vehículos blindados, además de helicópteros y drones.
“Una operación policial exitosa es la que termina con la detención de los sospechosos, su enjuicia
miento y su condena, y eso no es lo que ha pasado aquí.
Esto es un baño de sangre, una enorme tragedia”, indicó César Muñoz, director para Brasil de Human
Rights Watch (HRW). “El problema es cómo se diseñó la operación, las decisiones que se tomaron, las precauciones que se tomaron, eso tiene que ser investigado”, apunta.
Cano, por su parte, sostiene que lo ocurrido el martes es un “déjà vu de las operaciones que habitual
mente se hacen en Río, que consisten en invadir territorios ocupados por grupos criminales, matar personas, requisar armas y drogas, salir y volver en unos cuantos meses a repetir la operación”.
Droga involucrada
—Arrestos
El Gobierno de Rio de Janeiro informó que la operación resultó en 113 arrestos, 10 adolescentes detenidos, 118 armas incautadas (91fusiles, 29 pistolas), 14 artefactos explosivos y una tonelada de droga.Este artículo fue publicado originalmente en El Día