El no prestar cuidado a la ortografía y el buen uso del idioma, le costó el caso al abogado uruguayo Pablo Andrada.
El escrito legal presentaba más de 100 errores garrafales, como espresa, desarroyo, ubiera, estubiera, quizo, abaló, extructura y otros.
A los representantes de la justicia uruguaya casi les sangran los ojos cuando leyeron semejante aberración en el idioma español y no dudaron en rechazar la apelación.