Son las pequeñas acciones nacidas de corazones bondadosos las que inspiran a vivir la vida con pasión. Sin saber cómo, casi sin palabras, hay gestos que contagian esperanza en medio de situaciones de injusticia provocadas por alguien que, desde lejos, da órdenes a otro por encima de su conciencia para que viole la dignidad de una persona.
Las actuaciones injustas eran condenadas por los profetas como Malaquías: “Miren que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir —dice el Señor de los ejércitos—, y no quedará de ellos ni rama ni raíz” (Ml 3, 19). Esta palabra se encarna hoy con fuerza reclamando justicia.
La destrucción de 60 viviendas realizada hace tres meses en El Seibo, relatada por la periodista Patricia Rosety de la Cadena COPE con el título “Eran las 5 de la mañana”, sigue todavía impune.

Es justo recordar que en el mes de marzo de 2024 el síndico, la gobernadora y el director de los Proyectos Estratégicos y Especiales de la Presidencia convocaron a una reunión en el ayuntamiento invitando a la Familia Dominica para solicitarle la mediación ante las familias con el objetivo de que se moviesen 50 metros para que el Gobierno construyera 50 viviendas.
Las autoridades confiaron que era un lugar seguro para las familias mientras les entregaran las nuevas. Pero el pasado 5 de septiembre, a las 5 de la mañana, sin orden de desalojo, sin previo aviso y sin presencia de un fiscal, dos retroexcavadoras de los ayuntamientos de Hato Mayor y El Seibo irrumpieron violentamente en el “lugar seguro”, ofrecido por las autoridades, convirtiendo en un infierno lo que hasta entonces era un espacio de convivencia fraterna.
El día 17 de septiembre se realizó una “Caminata por la Dignidad” que recorrió la Avenida Manuela Díez Jiménez deteniéndose ante la Gobernación Provincial y el Ayuntamiento Municipal de El Seibo para dialogar con las autoridades, pero ambas instituciones estaban fuertemente custodiadas y nadie salió ante el reclamo de las familias, que leyeron un manifiesto de denuncia acompañadas de muchas personas solidarias.

El que no firmó
El abogado del Estado ha confirmado que no dictó orden de desalojo y el procurador fiscal se desentiende del artículo 30 del Código Procesal Penal: “El Ministerio Público debe perseguir de oficio todos los hechos punibles de que tenga conocimiento, siempre que existan suficientes elementos fácticos para verificar su ocurrencia”. Solamente la Comisión de los Derechos Humanos de la Cámara de Diputados ha recibido a una representación de las familias desalojadas y se desplazarán a El Seibo el 27 de noviembre.
Testimonio de una periodista
Patricia Rosety mencionaba en su artículo a Luis: “El señor de 78 años que decidió permanecer en Los Solares, bajo la única protección del cielo.
Está solo, pero los que eran sus vecinos le siguen ayudando y le llevan comida todos los días. Vive sobre dos colchones en una cama de madera tapado por hojas de zinc. Y rodeado de agua, es época de lluvias y los chaparrones son diarios y caen con intensidad”.
Pues el 12 de noviembre le tumbaron a Luis lo poquito que tenía. No se podía hacer frente a quienes ejecutaron esa orden, pero rápidamente las familias le ayudaron para que esa noche no se quedara al sereno. Hasta en el mismo lugar apareció un nido de gallina con varios huevos para la cena de ese día.
Luis es el símbolo de la resistencia pacífica, del amor a la tierra y al cielo que le dan cobijo. Su sonrisa contagia esperanza y ánimo para seguir luchando por los más nobles ideales de todos los tiempos.
La esperar en Dios
Seguimos confiando en la promesa de Dios, que nos ilumina en la tiniebla de la injusticia y calienta en medio del frío de las violaciones a la dignidad como, dice el profeta Malaquías: “A los que temen mi nombre les iluminará un sol de justicia y hallarán salud a su sombra”.
*Por Miguel Angel Gullón