¡A contar bien los votos de las primarias!

¡A contar bien los votos de las primarias!

¡A contar bien los votos de las primarias!

García plantea se consideren condiciones de las personas.

El pueblo dominicano habrá de concurrir a el próximo domingo a un evento trascendente y novedoso, cuando los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Moderno (PRM) celebren elecciones primarias por primera vez en la historia del país, para seleccionar a los candidatos que presentarán en los comicios municipales, congresuales y presidenciales del año 2020.

Hasta el momento, el proceso electoral se ha caracterizado por la civilidad de parte de las agrupaciones políticas participantes, a pesar de algunos escarceos propios del ejercicio democrático. Sin embargo, tampoco hay que descartar la aparición de los nubarrones recurrentes en todas las actividades humanas, especialmente en aquellas en las que se está en disputa el control del poder político.

Y es por ello que ninguno de los retos y desafíos que tiene por delante República Dominicana en la actual coyuntura reviste mayor relevancia que la organización de las elecciones municipales, congresuales y presidenciales previstas para el año 2020, dada su implicación en la vida democrática; siendo las primarias el primer eslabón en el camino del fortalecimiento democrático.

Además del PLD y el PRM, responsables directos de la buena marcha del certamen electoral, existe un actor fundamental, que es la Junta Central Electoral (JCE), entidad a la que la Ley 33-18, sobre Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, le ha dado la facultad de organizarlo y supervisarlo, garantizando la libertad, transparencia, equidad y la objetividad.

En ese sentido, también el párrafo IV, del artículo 212 de la Constitución de la República establece: “La Junta Central Electoral velará porque los procesos electorales se realicen con sujeción a los principios de libertad y equidad en el desarrollo de las campañas y transparencia en la utilización del financiamiento. En consecuencia, tendrá facultad para reglamentar los tiempos y límites en los gastos de campaña, así como el acceso equitativo a los medios de comunicación”.

Más allá de los referidos actores, las primarias del domingo deben ser vistas como un compromiso colectivo con la democracia; de conferir valor a los principios democráticos, dando un ejemplo de civismo en el indetenible camino de construir una sociedad institucionalizada.

La JCE, en su condición de órgano rector del proceso, debe recibir toda la confianza necesaria, en virtud que se trata de un intangible vital en toda acción humana.

La vida democrática demanda de los ciudadanos y ciudadanas cumplir con sus deberes, por lo que el referido certamen nos convoca a no quedarnos pasivos y que, por el contrario, participemos activamente para que se convierta en un ejemplo de organización y de transparencia.

Esa participación colectiva debe producirse, incluso, por una cuestión ética, moral y de conciencia social.

La petición del respaldo moral y material a la JCE no constituye una simple pretensión, sino porque una efectiva democracia electoral entraña desafíos que hay que gestionar con inteligencia.

Al final de cada proceso, a ese órgano no se le juzga por el nivel de organización, sino por el hecho de si cuenta bien los votos depositados en las urnas.

Suponemos que las autoridades electorales tienen la claridad de que no se trata de lo que ellas piensan acerca de la buena marcha de un proceso electoral, sino de cómo lo percibe la población, que siempre velará de que la voluntad de la mayoría sea la que prevalezca.

En las primarias del 6 de octubre hay que contar correctamente los votos, sean de manera automatizada o manual, en correspondencia de la voluntad de los electores.

¡Por lo tanto, preocupémosno por contar bien los votos de las primarias! El resto vendrá por añadidura.



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