«El centro se mantiene».
Eso es lo que dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras conocerse este domingo los resultados en las elecciones al Parlamento Europeo (PE).
Si bien esta afirmación es cierta, también lo es que el equilibrio de poder en el Viejo Continente se está moviendo del centro hacia la derecha, como demostró la clara victoria en los comicios del conservador Partido Popular Europeo que, según los resultados preliminares, logró 186 escaños de los 720 que componen el PE, frente a los 135 de los socialdemócratas.
Ese viraje ideológico quedó claro con los resultados que obtuvo la extrema derecha tanto en Francia (primera fuerza) como en Alemania (segunda fuerza).
Así, la derecha antieuropea crece con fuerza en los dos principales países fundadores de la Unión Europea, que además son las naciones con más escaños en el PE.
Los resultados de este domingo ya tuvieron importantes repercusiones en el terreno político: el presidente de Francia, Emmanuel Macron, convocó elecciones parlamentarias anticipadas para finales de este mes tras la contundente victoria del partido ultraderechista de su rival Marine Le Pen.
En Alemania, el partido de extrema derecha AfD superó en número de votos a la coalición del canciller Olaf Scholz, pidiéndole a este que adelante las elecciones, algo que no parece que vaya a suceder.
En BBC Mundo conversamos con analistas para entender los resultados de las elecciones europeas y el viraje a la derecha de la política del Viejo Continente.
1. El giro a la derecha se consolida
“Han vuelto a ganar las fuerzas europeístas, la supercoalición en la que históricamente gobiernan socialdemócratas y la democracia cristiana (el Partido Popular Europeo)”, le explica a BBC Mundo Ignacio Molina, analista del Real Instituto ElCano.
Pero pese a que el centro “aguanta”, ese centro se está moviendo hacia la derecha.
“Esa gran coalición se ha desplazado porque el centro liberal ha caído en votos en favor de la centroderecha. Gana el europeísmo, sí, pero especialmente los más conservadores”, mantiene Molina.
Alrededor de ese centro proeuropeo hay “un cambio en la correlación de fuerzas, mucho más derechizadas y en favor de la derecha radical, aunque no en un crecimiento sustantivo”, le explica a BBC Mundo Javier Martín Merchán, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Comillas, en España.
En conjunto, apuntan ambos analistas, los resultados de las elecciones europeas no son inesperados y reflejan una tendencia que se ha visto en los últimos años a nivel nacional en los diferentes países que integran la Unión Europea.
Por ejemplo, Italia está gobernada desde 2019 por una coalición de derecha liderada por Giorgia Meloni y su formación ultra Hermanos de Italia; en Países Bajos, las últimas elecciones nacionales las ganó el partido de extrema derecha de Geert Wilders y en Suecia el gobierno depende de la ultraderecha.
“Es un proceso paulatino y ya casi estructural. Vivimos en un ciclo positivo para la derecha en general”, sostiene Martín Merchán.
2. En Francia y Alemania la ultraderecha sigue creciendo
A pesar de que la extrema derecha y los ultraconservadores no han arrasado en general en los comicios, tal y como señalaban algunos sondeos previos, hay excepciones que llaman la atención.
Son los casos de Alemania y Francia que, además de ser emblemáticos por ser los padres fundadores de la UE, son los dos Estados miembro que más escaños aportan al PE, por lo que ayudarán a que la extrema derecha tenga más representantes en la cámara de Estrasburgo.
En el caso de Francia, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen arrasó y duplicó en votos al partido centrista Renacimiento del presidente Enmanuel Macron.
La reacción casi inmediata de Macron fue convocar unas elecciones parlamentarias anticipadas para el 30 de junio.
“Convocar elecciones anticipadas es una gran sorpresa para el país y un enorme riesgo para el presidente Macron. Podría haber reaccionado de otra manera y explicar la victoria masiva de la extrema derecha como una aberración europea que se corregiría en elecciones más importantes”, sostiene Hugh Schofield, corresponsal de la BBC en Francia.
En el caso alemán, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) quedó en segundo lugar, superando a la coalición del canciller Olaf Scholz
Más destacado resulta aún el resultado logrado por AfD si se tienen en cuenta los escándalos de espionaje, extremismo y corrupción que salpicaron a la formación en los meses previos a las elecciones.
“Los partidos gobernantes (socialdemócratas y verdes) sufrieron una paliza, al igual que el tercer socio de la coalición, los liberales de libre mercado”, explica el corresponsal de la BBC en Berlín Damien McGuinness.
Esta alianza siempre fue complicada, según McGuiness, pero la invasión de Rusia a Ucrania la hizo tambalear, aflorando sus diferencias.
En ese contexto, la extrema derecha y la extrema izquierda sacaron provecho con sus discursos populistas.
“En tiempos de inseguridad e incertidumbre, los mensajes simples son seductores”, apunta McGuiness.
3. La oposición a la inmigración
Si bien los discursos de los partidos de derecha y extrema derecha varían en función de las problemáticas que enfrenta cada país, sí ha habido un mensaje en el que han coincidido: su rechazo a la inmigración, en particular a la proveniente de los países musulmanes.
Al tratarse de un asunto incómodo para los partidos mayoritarios (como los socialdemócratas o la democracia cristiana), quienes han hecho bandera de él en estas elecciones europeas han sido los partidos de derecha más radicales, como AfD en Alemania, Vox en España o Agrupación Nacional en Francia.
“Hay familias de partidos que hablan única y exclusivamente de este tama. De qué migración se quiere en el país, qué seguridad hay en las calles, cuál es la seguridad de las fronteras y qué efectos económicos tiene esta migración”, explica Martín Merchán.
“Cuando la competición partidista trata sobre estos temas, es más fácil que se den resultados (electorales) como los que tenemos ahora”, apunta.
Junto al aumento de la inmigración, se “generan dinámicas que tienen que ver más con el tema cultural que con el económico”, subraya Molina.
“En España la inmigración está menos politizada porque el perfil del migrante (de América Latina) resulta menos lejano, pero no es el caso de otros países. Para los escandinavos, por ejemplo, es un tema importante porque una parte de la población siente amenazada su cultura, su tradiciones”, añade.
Así, se contrapone la migración de países de África y Oriente Medio, en su mayoría de tradición musulmana, con los valores de la vieja Europa, tradicionalmente cristianos.
A esto hay que añadir la «guerra cultural» que se ha desatado en muchos países a raíz de los logros en materia social impulsados por sucesivos gobiernos progresistas.
“Hay quienes perciben que ha habido un cambio en los valores culturales de la sociedad occidental, en aspectos como los derechos de la comunidad LGTBI, igualdad de género, etcétera, que, para muchos, sobre todo varones adultos blancos, supone un desafío a su propia identidad”, dice Martín Merchán.
La respuesta es reaccionar ante eso votando a la derecha que defiende valores tradicionales.
4. Lectura en clave nacional, no europea
Molina insiste en que, aunque hay signos de consolidación y crecimiento de la derecha más radical, algo que hay que destacar de las elecciones europeas es cómo ha resistido el centro “a pesar de los desafíos que tiene hoy la Unión Europea”.
Y recalca que la lectura de estas elecciones no debe hacerse en clave europea.
“Es un poco un autoengaño. Porque lo que pasó este domingo fueron 27 elecciones nacionales paralelas con un pequeño toque europeo”, dice.
“El resultado final que se ve en el Parlamento Europeo es de continuidad, pero el votante necesariamente no quiso continuidad”.
“Probablemente lo que más motivó al votante español al ir a votar fue premiar o castigar a Pedro Sánchez. En Francia estaban premiando o castigando a Macron”, dice.
Pero aunque así sea, la suma de las todas las partes marca un viraje a la derecha, que en los próximos cinco años definirá la política de Europa.