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372 meses de terror en República Dominicana y El Caribe durante la dictadura de Trujillo 1930-1961

El Día Por El Día
372 meses de terror en República Dominicana y El Caribe durante la dictadura de Trujillo 1930-1961
Carro baleado de Trujillo.

Se valora generalmente la Libertad cuando esta se pierde.

ÁLVARO A. CAAMAÑO S. Historiador

Parte I

Este artículo no pretende ser un análisis exhaustivo del régimen de Trujillo. Solo pinceladas de esta funesta Era que no debe repetirse nunca más.

La tiranía de Trujillo fue una noche dilatada de violencia y terror indescriptibles para aquellos que no contaron con la venia del jefe. Trujillo nació el 24 de octubre de 1891, en la provincia de San Cristóbal, República Dominicana. Desempeñó en su juventud el oficio de telegrafista en su provincia natal, entre otros oficios como el de guardia campestre.

Para el año 1919 ingresó a la Academia o centro de entrenamiento que los invasores estadounidenses habían creado para conformar un cuerpo armado, al que más tarde se le llamó Guardia Nacional. Trujillo tenía cualidades personales que le favorecieron para lograr ascenso en su vertiginosa carrera militar: era disciplinado, observador, ambicioso en extremo y de pocos escrúpulos.

La invasión de los Estados Unidos en 1916 modificó el contexto sociopolítico y económico del país. Se produce el desarme general de la población civil, que impactó directamente la estructura caudillista como forma de organización política y militar prevaleciente desde mediados del siglo XIX. En contraposición al caos caudillista, los norteamericanos crearon, mediante órdenes ejecutivas, un aparato militar cipayo 1 para combatir la resistencia armada campesina; o sea, dominicanos al servicio del invasor contra dominicanos luchando por su tierra (guerrillas). Luego el gobierno de ocupación les llamó despectivamente gavilleros para desmeritarlos.

Antonio de la Maza.

Este aparato armado se convirtió más tarde en la Policía Nacional. La montonera caudillista había recibo un golpe definitivo con los cuerpos armados creados para el control político y territorial, sumisos al poder extranjero instalado en el país.
En este contexto de ocupación extranjera y de mecanismos de control, emerge la figura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien, desde la posición de guardia campestre, ingresó a la estructura represiva en 1919 dentro de la cual obtuvo el grado de teniente en el año 1921. Su rápido ascenso se asocia a varios factores, como los ya citado, además de su inteligencia y aprovechamiento de la coyuntura política del momento. Ya para 1922 era comandante en el Cibao, con rango de capitán. Se infiere que fue un favorecido por las autoridades interventoras y por el Gobierno provisional de Juan Bautista Vicini Burgos (1922-1924).

Su influencia era creciente y notoria en la vida militar. Durante el gobierno de Horacio Vásquez se convirtió en jefe del Ejército. Ante la erradicación del caudillismo en el país, se abrieron las puertas para que una persona influyente, con cierto nivel de prestigio en el ámbito militar, lograra el control del único aparato de represión disciplinado y bien entrenado, como el Ejército instaurado por los Estados Unidos.

Antonio Imbert Barreras.

Esa oportunidad le llegó a Trujillo durante el Gobierno de Horacio Vásquez, quien lo nombró jefe del Ejército. Con la conspiración y el derrocamiento de Vásquez, Trujillo
demostró su falta de lealtad y la total ausencia de escrúpulos para tomar el poder y mantenerse en él durante 372 meses.

Las contradicciones a lo interno del Gobierno de Horacio Vásquez con las fuerzas que le apoyaron para acceder a la presidencia en 1924, más el proyecto de la prolongación en el año 1928, y la crisis mundial iniciada en 1929, sumado todo esto a la enfermedad que padecía desde hacía varios años, crearon las condiciones objetivas para la salida del viejo caudillo del poder.

Mediante el levantamiento del 23 febrero de 1930, Trujillo y Rafael Estrella Ureña, entre otros, provocaron el derrocamiento de Vásquez. Trujillo logró ponerse a la altura y aprovechar las contradicciones que se generaron en esos momentos, y estableció alianzas previas con sectores radicales contrarios al gobierno, que se involucraron en la conspiración que le puso fin al gobierno del presidente Vásquez.

Cáceres Michel.

Trujillo tomó el poder definitivamente en 1930, a partir de unas elecciones fraudulentas y la represión generalizada contra los opositores a su proyecto.

La crisis de 1929 planteaba un panorama nada halagüeño para el país en términos económicos, que tuvo su reflejo en el plano político. Señala el historiador Roberto Cassá
que: “[…] la formación social dominicana, no tenía en el momento de la crisis mundial de 1929, un mercado interior desarrollado, casi todo el funcionamiento de la economía estaba mediado por la relación exportación-importación y todavía era muy importante la producción campesina de autoconsumo, el nivel de vida de las grandes masas era muy bajo en general, no existía un sector industrial propiamente dicho, que constituyera la base fundamental de un verdadero mercado interno”.

Amado García Guerrero.

Estos planteamientos del Dr. Cassá constituyen un diagnóstico analítico de la situación económica dominicana y del contexto de crisis, agravada más tarde por los efectos del huracán San Zenón. La necesidad de promulgar leyes de emergencia, por parte de Trujillo para tratar de yugular la crisis que afectaba al país en lo inmediato, más bien provocó su prolongación en el tiempo, más de lo previsto por el tirano. Trujillo solicitó al gobierno de los Estados Unidos que le asignara un asesor en materia financiera ante lo complejo de la situación, y aprobara la moratoria solicitada para el pago de la deuda externa. El estado de calamidad nacional empezó a mejorar en la década de los años cuarenta.

Parte II

Trujillo, en un entorno ya más favorable, fue implementando su esquema económico que, dentro de sus variables, incluía la sustitución de las importaciones y el incremento de las exportaciones, y el tímido estímulo de la producción nacional y del mercado interno. El plan de obras de infraestructura de los años treinta contribuyó a inyectar cierto nivel de dinamismo a la situación imperante.

El esquema de control de las áreas importantes en los negocios fue uno los primeros pasos que el tirano puso en práctica, favorecido por la experiencia que ya traía con el manejo oscuro del presupuesto del Ejército desde los tiempos del presidente Vásquez.

Luis Amiama Tió.

El monopolio de la sal fue logrado de manera seudo legal, mediante leyes dirigidas a ese propósito, que arruinaron a la familia Michelena, que era la que controlaba el comercio de ese rubro. El expendio de carnes en la ciudad fue sometido bajo el mismo esquema.

La voracidad del dictador se extendió a todas las áreas económicas, utilizando la extorsión, el fraude, la expropiación, la permuta, la compra forzosa y la participación como socio en empresas privadas. Trujillo redujo el Estado dominicano a una especie de empresa en la cual los límites entre él y el ámbito público resultaban difusos. Desde la década de los años cuarenta, el régimen desarrolló un amplio programa de obras públicas catalogado por varios estudiosos de la época como “sin precedentes”.

Huáscar Tejada Pimentel.

Concomitantemente, la producción interna de artículos de consumo alimentarios y la importación estaban bajo el microscopio de la Comisión Nacional de Alimentos, lo que pone en evidencia fiscalización del mercado por parte de lo que se perfilaría más adelante como el inmenso emporio económico trujillista. Este proceso de crecimiento económico se hizo acompañar de la modernización de las estructuras estatales, la fundación del Banco de Reservas y el rescate de las Aduanas del control norteamericano mediante la firma del Tratado Trujillo-Hull, en 1940.

Con la Ley Orgánica N. o 1529, de 1947, se creó el Banco Central de la República Dominicana. En enero del mismo año el peso dominicano se declaró como la moneda oficial, circulante en todo el territorio nacional. La estructura jurídica operativa fue un paso en la modernización y en un mayor control por parte del proyecto corporativo trujillista.