Santo Domingo.-Su destino parece que venía marcado. Su suerte era no tener identidad, al igual que los suyos. Es la triste historia de Zeneida Maríñez, quien a sus 33 años vive sin ningún documento de identidad, y de la misma manera lo están haciendo sus siete hijos, todos menores de edad.

“Mis padres, que murieron hace nueve años, no me declararon y nunca me dijeron dónde nací. El que no tiene un documento es como quien dice un parásito.

Yo como quien dice no existo y mis hijos tampoco”, se lamentó la mujer en medio del dolor y la impotencia.

Zeneida vive en la mitad de una pequeña casa de madera ubicada en el sector Los Girasoles III, donde los agujeros en el techo de zinc se convierten en su principal tormento cuando llueve. “Yo no puedo ni solicitar un trabajo, porque a veces hasta para trabajar en una casa de familia te piden un documento. Yo no quiero que mis hijos pasen lo que yo estoy pasando”, explicó.

Se refiere a sus vástagos, cuatro hembras y tres varones con edades de 1, 2, 4, 8, 10, 12 y 13 años, quienes están fuera de la escuela por carecer de sus documentos. l padre de los dos niños mayores falleció, mientras que el de los demás infantes les lleva alguna ayuda periódicamente.