La carrera desbocada de esta era por cada vez más cosas materiales nos obnubila, a cualquier precio incluso el de nuestra salud y el preciado balance. A veces no hay un para qué quiero tener x o tal cosa y cuando ya por fin la tenemos se esfuma el placer momentáneo de probarla como cualquier sustancia adictiva y así continúa en una espiral de sensaciones cada una más in crescendo y nosotros perdiéndonos en las mismas.

Los grandes sabios de la antigüedad propugnaban “conócete a ti mismo”; el sentido de la vida. El maestro Jesús “El amor al prójimo como a ti mismo”, en estos tiempos los estudiosos “el propósito de vida”. Todo se aboca a verse, al Ser Interno para ir en pos de esa paz tan evocada.

Prostituimos nuestro tiempo, anhelos por sueños ajenos, para demostrar una valía que ya tenemos, para ser aceptados en círculos porque creemos tener un precio y lo que tenemos es tan grande que se llama Valor por lo que Somos. Todos cuentan con nosotros, pero no contamos con nosotros mismos. Tengo, hago…., pero ¿te tienes a ti ?