El presidente Fernández ofreció una clara demostración de sensibilidad humana cuando, a las pocas horas de sentirse el clamor de protesta para que se dejara al sector Educación fuera del recorte general del presupuesto en beneficio del subsidio eléctrico, dio marcha atrás y anunció que no se le restará ni un centavo al susodicho sector educativo.
Tal como se elaboró el Presupuesto Nacional desde principios del año, era bien poco lo que tenía asignado el sector Educación para dar los frutos esperados en un área tan vital y prioritaria como esa. Quitarle un pedazo a quien sólo tiene pedazo y medio, hubiera sido un golpe mortal.
Pero el Diablo nunca duerme y ahora comienza a dolernos otra espinita clavada en el mero corazón del organismo social. Esa espinita no es otra sino la salud. ¿Qué será de Salud Pública con menos recursos de los pocos que tiene ahora, durante los próximos seis meses? ¿Cómo se manejarán los hospitales públicos con un presupuesto, pobre de por sí, y encima de eso, recortado?
Me dirán que de algún lado debe sacarse el dinero para el subsidio eléctrico, pero yo pienso que pudieron buscarse otras fuentes para ello. Las nominillas, los barrilitos, los viajes, el Metro Rebajando un poco de aquí y un poquito de allí, talvez sea posible salvar a Salud Pública del tsunami presupuestario que amenaza a toda la administración pública.
¿Por qué no intentarlo?