Xi Jinping, ¿Premio Nobel de la Paz 2025?

La humanidad vive un profundo y confuso proceso de transformación. Se vislumbran cambios en los aspectos militares, socioeconómicos, comerciales, financieros, industriales, políticos y hasta territoriales.
La población planetaria avizora el surgimiento, el reposicionamiento o la disipación de fuerzas de potencias mundiales y de bloques económicos hegemónicos.
La situación, como se advierte al observar el horizonte, está cargada de complejidades que pueden conducir a una conflagración. Los habitantes de la Tierra son afectados por la incertidumbre, que puede generar —según expertos y observadores— temores latentes por la desaparición del planeta como lo conocemos hoy, ya que las confrontaciones podrían salirse de control y causar millones de muertes a nivel global.
Salta a la vista la cantidad de guerras que se escenifican en distintos países y fronteras del mundo. “Actualmente hay 56 guerras activas en el mundo, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial”, según una visión general creada por inteligencia artificial (IA). “Estas guerras son en gran parte internacionales, con 92 países involucrados fuera de sus fronteras”, añade.

Destaca que las guerras activas incluyen conflictos como el de Israel y Hamás en Gaza, la invasión rusa a Ucrania y guerras civiles en países como Sudán y Myanmar. A esto se suman las guerras de Yemen, la República Democrática del Congo y el conflicto bélico posiblemente superado entre la India y Pakistán.
Liderazgo mundial
Está en manos de los líderes mundiales sensatos impulsar políticas de moderación y del uso prioritario de la diplomacia y la fraternidad entre los países. ¿Con qué fines? A los fines de colocar en el tablero del juego estratégico global la ficha de la prevención como alternativa para evitar la materialización de hechos que la historia lamentará for ever.
Las personalidades y entidades que se acogen a planteamientos de paz y fraternidad merecen ser reconocidas. En ese sentido, el Comité Noruego del Nobel, estructura responsable de seleccionar a los galardonados, asegura que “cualquier persona cualificada puede presentar una nominación para el Premio Nobel de la Paz”.
Es sabido, asimismo, que este comité cerró la recepción de nominados el 31 de enero de este año y que cualquier nueva postulación que se realice después de esa fecha podrá aceptarse para el Nobel de 2026.
El comité ha revelado en su página que “hay 338 candidatos nominados al Premio Nobel de la Paz 2025, de los cuales 244 son personas y 94 son organizaciones”. Precisa que es política de la institución “no confirmar los nombres de los nominados, ni a los medios de comunicación ni a los propios candidatos”, así que, a esperar.
Mi lista
Tengo mi lista de presidentes o líderes mundiales que, según mi parecer, pueden optar por dicho premio, y puede ser que algunos de ellos ya estén nominados. Me refiero a los presidentes Donald Trump, de Estados Unidos; Vladimir Putin, de Rusia; Xi Jinping, de China; Benjamín Netanyahu, de Israel; Narendra Modi, de la India; y Pedro Sánchez, de España.
También, Emmanuel Macron, de Francia; Sergio Mattarella, de Italia; Frank-Walter Steinmeier, de Alemania; Mohamed bin Zayed Al Nahayan, de Emiratos Árabes Unidos; Masoud Pezeshkian, de Irán; Asif Ali Zardari, de Pakistán, así como otras personalidades que incluyen a dirigentes y entidades europeas y árabes, están entre los llamados a cambiar el actual rumbo que lleva el mundo.
Entre todos estos, me inclino a señalar que el llamado a alcanzar ese merecido premio este año es el presidente de China, Xi Jinping. Me detuve a observar la evolución del liderazgo de este dirigente chino y no tiene parangón. La verdad es que resulta impresionante frente a las hojas de vida de otros líderes de la época.
Pudimos ver que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por ejemplo, ha sostenido y enarbolado una política de paz en Ucrania e Israel-Gaza, pero que, pese a sus esfuerzos, no lo ha logrado y, por vía de hecho, ha estado enviando armas a esos países, dando lugar a que se mantengan esas guerras.
¿Por qué el presidente de China?
Cuando uno revisa la hoja de vida del presidente Xi Jinping puede entender claramente las razones por las cuales se merece el premio Nobel.
Igualmente, el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, exhibe un poderoso liderazgo en su país y en otras partes del mundo. Este se ha manifestado a favor de la paz; sin embargo, carga consigo en su alforja la declaración de guerra a su vecina Ucrania, conflicto que, más de tres años después, continúa con feroces y mortíferos combates librados por soldados rusos, causándole pérdidas humanas irreparables a ambos bandos.
En cambio, Xi Jinping muestra una hoja limpia en cuanto a involucrar a su poderosa nación en una guerra, pese a los desafíos que tiene de frente a Taiwán —territorio que China reclama como provincia propia—. También han surgido confrontaciones con Filipinas, Vietnam y Japón, por reclamos de islas adyacentes a sus respectivos territorios.
También, con la India, pero en todos estos casos ha resuelto las diferencias por vía del diálogo y la diplomacia, sin escalar a la guerra.
Pero donde el líder chino Xi Jinping ha acumulado méritos como para llevarse este año el Premio Nobel de la Paz ha sido en los logros internos, como son contribuir a impulsar políticas que han logrado sacar a más de 800 millones de chinos de la pobreza, una acción descomunal y sin precedentes que permitió a un país “pobre y rural” convertirse en una superpotencia en términos sociales, políticos, científico-tecnológicos y económicos.
Además, China ha logrado un extraordinario avance científico y tecnológico, registrando la mayor cantidad de licencias de científicos y creadores chinos, superando en este aspecto a Estados Unidos y a Europa.
En esa línea de acción, las políticas de Jinping, en mancomunidad con el liderazgo del Partido Comunista de China (PCCH), impulsan un fabuloso programa de desarrollo aeroespacial que compite con Norteamérica y ha dotado a su nación de una formidable y moderna infraestructura: puentes y túneles, avenidas impresionantes, ciudades transformadas… Ha colocado, de manera increíble, a ciudades que tenían aspectos rurales en la punta de la modernidad.
Salvo que libérrimamente el Comité del Nobel decida en otra dirección, creemos que el presidente de China, Xi Jinping, debe ser el Premio Nobel de la Paz 2025.
Esto, si es que Oslo no se decide por escoger a una institución como las Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la Unesco o la Organización Mundial de la Salud (OMS), o a una de las tantas instituciones humanitarias privadas que acumulan méritos a nivel global para ser galardonadas.
¿Qué es el Nobel de la Paz?
“El premio Nobel de la Paz se entrega en Oslo, Noruega”. El científico y empresario Alfred Nobel fue el fundador del premio, el cual se otorga a personalidades que trabajan para prevenir enfrentamientos entre naciones, además de ayudar a reducir el hambre, la pobreza y la inestabilidad en algunos países del mundo.
El premio de la paz, que se concede anualmente en una ceremonia que se realiza en Oslo, Noruega, ha de conferirse “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz”.
Además del Nobel de la Paz, la Academia otorga premios en física, química, medicina, literatura y en ciencias económicas.
*El autor es periodista.
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