Las voces disidentes que surgen en el Partido Revolucionario Moderno sobre algunos temas de interés nacional comienzan a despertar ciertas preocupaciones.
El caso más evidente lo representa la modificación del Código Penal con y sin causales, con penalización o no del aborto. Lo que ocurre en el PRM parece una reedición de la práctica de pasado del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) cuando fue Gobierno.
No había una directriz legislativa ni política en temas cardinales, por lo que hubo un momento en que esa organización hizo el papel de oposición contra la gestión del expresidente Hipólito Mejía.
En esa ocasión fue el asunto de la reelección para los comicios de 2004, siendo el fenecido Hatuey De Camps el muro de contención contra estos aprestos, lo que también fue la causa de la división y de la estructuración del Partido Revolucionario Social Demócrata.
Cuidado, con eso
El síndrome de los choques sin control en el PRM es contrario a la práctica que pudo instaurar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en gran parte de sus mandatos de 20 años.
Hubo una coincidencia y los temas de interés se debatían para que no surgieran contradicciones públicas que evidenciaran que la “casa no estaba en orden” y que el Gobierno de entonces contaba con la aprobación del partido.
La excepción fue lo ocurrido el 5 de octubre en las primarias internas, que afloraron las diferencias comprimidas por años y se produjo la división con la integración de Fuerza del Pueblo con Leonel Fernández a la cabeza.