Desde hace muchos años el dólar ha dejado de ser una mercancía especulativa en República Dominicana. Se utiliza fundamentalmente para cubrir compromisos en el extranjero y se busca cuando se necesita.

Si bien es cierto que algunos productos se comercializan con precios fijados en dólares, como por ejemplo los vehículos de motor, son pagados en pesos sin mayores inconvenientes.

Eso así porque el peso es una mercancía apreciable en el mercado monetario, su despreciación suele ser predecible y programable. En ocasiones se presentan fenómenos estacionarios que alteran el ritmo de la devaluación programada que disparan las alarmas, pero por fortuna el Banco Central tiene niveles de reservas de divisas que permiten atacar esos fenómenos focalizados y detener cualquier intranquilidad.

Las autoridades monetarias han asumido como un reto mantener el control del valor del peso, aunque de vez en cuando productores de divisas presionan para que se produzcan deslizamientos hacia el alza, pues así tendrían ellos más ganancias porque podrían obtener más pesos con los dólares que producen.

Uno de los factores que han contribuido a que el peso se mantenga estable es que los dominicanos no suelen almacenar dólares. Les gustan los pesos, lo cual es bueno.

Los dólares que entran al mercado dominicano tienen vocación de convertirse en pesos, por eso los importadores suelen encontrarlos con facilidad.

Para mantener ese clima hay que estar atentos a las señales que se producen cuando hay fenómeno inusuales, como las de la semana pasada.