¿Vivir sin trabajar?
La cuarentena, el toque de queda, la economía medio cerrada y las consecuencias de la emergencia por la pandemia, ponen al desnudo dos cosas: los pobres no pueden vivir sin lo poquito que tienen; las clases media y alta pueden vivir sin mucho de lo que les sobra. Hace un mes, un amigo ganadero me dijo:
“Si esto se pone como luce será, no cambio una oveja preñada por un Rolex”. Muchos anhelos o caprichos resultan vanos e innecesarios; lo imprescindible que damos por sentado adquiere más valor.
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La enormidad de dominicanos sin empleo ni trabajo por la emergencia sanitaria es enorme. Aun no se agrava por la asistencia gubernamental con sus subsidios y ayudas y mucha filantropía privada.
Pero es imposible que eso dure indefinidamente. Los reclamos de reabrir la economía son presentados como una angurriosa exigencia de comerciantes e industriales, pero realmente los más afectados son los pobres e indigentes.
Sin faltar o descuidar los necesarios protocolos sanitarios, debemos ir pensando cómo reactivar la economía antes de que empeore.
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