Recordemos que ambos padres son los primeros y principales agentes de socialización para los hijos; por tanto, los modelos de roles masculinos y femeninos son muy importantes para los niños y los jóvenes.
Las mujeres violentadas y maltratadas presentan unas características especiales que pueden ser muy peligrosas para los hijos y familiares.
Estas niegan la violencia, la minimizan o la justifican; idealizando a la familia para mantenerla unida, creen ser las responsables de los episodios de violencia, abandonan actividades que realizaban y la gratificaban, sobreprotegen a los hijos y actúan de acuerdo a las expectativas de ellos y de sus parejas.
Todo esto muy frustrante para ellas.
En cuanto a los hijos de estas parejas donde se ejerce la violencia de género, las hembras podrían de alguna manera infravalorar y despreciar a la madre y tener una actitud de temor y resentimiento hacia su padre; los hijos, unos podrían tomar como modelo a su padre ejerciendo violencia cuando formen su propia familia o pueden generarse actitudes de rechazo y de indiferencia de acuerdo a ambos progenitores.
Lo cierto es que la vida social familiar se deteriora y se fractura y puede convertirse en un martirio para toda la familia, viviendo en el miedo y la incertidumbre.
Esta mujer violentada y desesperada, con baja autoestima, bajo rendimiento intelectual, inhibiciones sociales y hasta indiferencia afectiva, puede sentirse tan atrapada ante una agresión, que exhiba agresividades conductuales que la hagan perder el control y cometer un acto tan violento como inesperado que culmine en tragedia.