Un viaje al universo de Mafalda en la Galería Nacional del Palacio de Bellas Artes
Desde el primer paso dentro de la Galería Nacional del Palacio de Bellas Artes, la magia de Mafalda cobra vida en una exposición que permite al visitante sumergirse en el universo de la genialidad de su creador, el artista Quino.
Hasta el día de hoy, la icónica niña de cabello negro y lazo rojo nos recibirá con su irreverente y perspicaz mirada sobre el mundo, invitándonos a sumergirnos en una exposición que no solo rinde homenaje a Quino, sino que también despierta en los visitantes una mezcla de nostalgia y asombro.
El recorrido inicia con una sección dedicada a la historia de Mafalda, donde paneles ilustrados nos muestran la evolución del personaje, sus cuestionamientos sobre la sociedad y su impacto a nivel mundial.

Luego, las fotografías de Quino y anécdotas sobre la creación de sus viñetas nos muestran el ingenio de este maestro del humor gráfico, cuyo legado sigue vigente en la cultura contemporánea.
Uno de los espacios más llamativos es la reconstrucción del departamento de los vecinos de la familia de Mafalda. Al entrar, se siente como un viaje en el tiempo: muebles de los años 60 y 70, televisores antiguos y objetos de la época recrean con detalle el contexto en el que se desenvuelve la pequeña y sus amigos. Es inevitable imaginar a Mafalda sentada en el sofá, viendo las noticias con su característico gesto de desaprobación.

Los entrañables personajes de la historieta
A medida que avanzamos, encontramos pasillos llenos de paneles que nos presentan a los entrañables personajes de la historieta: Manolito con su mentalidad capitalista, Susanita y su obsesionada visión del matrimonio, Felipe y sus dilemas existenciales, y Miguelito con su particular forma de ver el mundo. Cada uno tiene su propia sección, con ilustraciones y descripciones que nos permiten conocerlos aún más.
El viaje continúa con un espacio interactivo donde los visitantes pueden ver cortos animados de Mafalda, reviviendo algunas de sus reflexiones más memorables. En otro rincón, una exhibición de juegos de la época invita a los más pequeños (y también a los adultos nostálgicos) a interactuar y jugar como lo hacían los niños de aquellos tiempos.
Pero sin duda, uno de los momentos más emocionantes del recorrido es la oportunidad de crear nuestra propia historieta. Con una pizarra en blanco y algunos elementos gráficos de Mafalda y su mundo, cada visitante puede escribir su propio diálogo y jugar a ser Quino por un momento.
Al finalizar la visita, el mensaje de Mafalda resuena más fuerte que nunca. Su mirada crítica, su deseo de un mundo mejor y su eterna inconformidad siguen vigentes en un mundo que aún necesita de mentes curiosas que se pregunten, como ella, «¿Y si en vez de planear tanto voláramos un poco más alto?». Una exposición que, sin duda, deja huella en el corazón de quienes se atreven a recorrerla.

Etiquetas
Artículos Relacionados