Los diputados, que habían recibido del Senado el proyecto de reforma procesal penal, hicieron el trabajo duro y pesado, si lo valoramos por el tiempo que les tomó a las otras dos instancias hacer el suyo en el recorrido de toda iniciativa hasta convertirse en ley, que no es otro que el de su aprobación en cada una de las cámaras del Congreso Nacional, su envío al Poder Ejecutivo y su observación o promulgación en esta última instancia.
Con una fecha límite impuesta por el Tribunal Constitucional hace un año, los diputados introdujeron modificaciones que fueron revisadas en un día por los senadores, que aprobaron por unanimidad el viernes pasado, remitieron al Ejecutivo y ya el domingo estaba siendo promulgado.
El día 11 vencía el plazo.