La solidaridad de la República Dominicana con Haití tiene que entenderse como un gesto humanitario de las autoridades, instituciones y el pueblo.
De ahí que vemos con vergüenza e indignación los actos injustificados y vandálicos ocurridos con una barcaza de ayuda que estaba destinada a Haití, y que aguardaba anclada en uno de los puertos de Barahona, ciudad fronteriza cercana a Haití.
Sencillamente, una multitud, convertida en turba, asaltó sin justificación la barcaza, que contenía ayuda en agua embotellada, cajas de pilas (baterías), comestibles en recipientes y otros artículos destinados a los damnificados en Haití.
Los protagonistas de dichos actos, sencillamente avergüenzan la actitud asumida por los buenos y verdaderos dominicanos. Dominicanos que ante todo ofrecen su tiempo, sensibilidad y servicio profesional y civil a la causa de la solidaridad y la recomposición de Haití y sus ciudadanos.
Nada justifica esta acción. Hay que dar las excusas correspondientes al Gobierno haitiano, y también a las autoridades de Puerto Rico, de donde provenía la ayuda, porque no garantizamos la mejor custodia de medicamentos, comestibles y artículos que no eran para la República Dominicana. Eso no debe repetirse.