¡Vergüenza!

¡Vergüenza!

¡Vergüenza!<BR>

Como dominicano que soy, pienso que no estoy solo al experimentar la profunda vergüenza que me embarga al presenciar los robos de la cosa pública que se producen impunemente en las narices de todos nosotros.
No se trata ya tan solo de la sustracción de las tapas del alcantarillado y de los contadores del acueducto, ni de los cables del tendido eléctrico o del servicio telefónico. Ahora se están robando también las estatuas y los monumentos nacionales, sin que se haya sabido de una sola persona detenida por tales desmanes.
El caso del grupo escultórico erigido en homenaje a la memoria de Peña Gómez, saqueado tres veces en menos de una semana, le pone la tapa al pomo. ¿Necesitan más, las autoridades, para ponerse en guardia y justificar lo que se gasta en sus ineficientes instituciones policiales y militares? ¿Es que no hay suficiente personal para cuidar día y noche la propiedad pública?
Tengo una idea. Si la Policía no alcanza para proteger los monumentos, evitar que se roben los cables e impedir el hurto de las tapas del alcantarillado, que se les retiren a los generales y coroneles los efectivos que tienen a su servicio personal y se destinen éstos a mejores causas. Y si aún así no resultan suficientes, que se asignen tales servicios a los militares, pues como no estamos en guerra, permanecen ociosos en sus cuarteles.
Lo que no puede permitirse es que siga la fiesta de los saqueos impunes, como si estuviéramos sin autoridades que nos defiendan de los malos dominicanos. ¡Vergüenza debería darnos!



El Día

Periódico independiente.

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