Mucha gente toma al pie de la letra eso de ver para creer, y para reforzar su posición recurren al famoso Santo Tomás, quien aparentemente fue el inventor de la mentada frase.
Sin embargo, no siempre es necesario ver para creer, y para demostrarlo nos viene como anillo al dedo lo que le sucedió a un profesor de Filosofía en la universidad.
Se estaba discutiendo sobre que si Dios existe o no. El profesor aplicó la siguiente lógica: ¿Alguien en esta clase a oído alguna vez a Dios?. Nadie contestó. ¿Alguien en esta clase ha tocado a Dios?. Otra vez, nadie respondió.
¿Alguien en esta clase ha visto a Dios?. Cuando por tercera vez nadie habló, el profesor simplemente sentenció: Entonces, no existe Dios.
A uno de los estudiantes no le convenció el razonamiento del profesor y le pidió permiso para hablar. Obtenido el permiso, el joven se levantó y dirigió a sus compañeros las siguientes preguntas:
¿Alguien en esta clase ha escuchado al cerebro del profesor?. Silencio. ¿Alguien en esta clase ha tocado el cerebro del profesor?. Silencio absoluto.
¿Alguien en esta clase ha visto el cerebro del profesor?. Cuando nadie en el auditorio se atrevió a hablar, el estudiante concluyó: Entonces, de acuerdo con la lógica del profesor, debe ser cierto que él no tiene cerebro.
El estudiante pasó la materia con honores.(Publicado en el Listín Diario 01/09/1999)