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Venezuela y su derecho a la autodeterminación

Si Estados Unidos invade militarmente a Venezuela, le podría pasar como a Pirro de Epiro frente a Roma, a quien venció a un costo tan elevado que llegó a decir: “Otra victoria como esta y quedaré arruinado”.
Dudo mucho que lo haga, pero no olvidemos que las decisiones geopolíticas no siempre responden a la lógica.

De materializarse una invasión a Venezuela, que tiene 916 mil kilómetros cuadrados, el costo para Estados Unidos podría ser más alto que las “ganancias” que se supone obtendría, si es que obtiene alguna.

Seamos optimistas, pese a todo, porque puede ser que el amplio despliegue de buques y tropas en el mar Caribe frente a la costa venezolana sea tan solo para presionar de tal forma que provoque un quiebre en el bloque cívico-militar que hoy apoya al presidente Nicolás Maduro.

Una forma típica de los imperios de imponer su criterio a la fuerza, de forzar un cambio de gobierno “a su imagen y semejanza”, o, mejor dicho, que las naciones menos poderosas se le arrodillen y le entreguen sus recursos sin ningún reparo. Pero, ¿y si no? Porque, a pesar del absurdo que ello significaría, no se debe descartar del todo un ataque del ejército más poderoso del planeta contra la patria de Simón Bolívar y Hugo Chávez. La historia está llena de conflictos, guerras absurdas y crueles matanzas que, para los fines prácticos, fueron “por nada y para nada”.

Y no es necesario irse tan lejos como a la historia de Caín, quien mata a su hermano Abel por un conflicto de intereses o por diferencias espirituales.
Tampoco hay que llegar al tristemente célebre Pirro de Epiro (319–272 a. C.), rey de Epiro y de Macedonia, y sus “pírricas” victorias, como ya citamos al inicio.

Entre los años 1965 y 1973, Estados Unidos intervino militarmente en Vietnam, que está a más de 13 mil kilómetros de distancia, con el objetivo “estratégico” de contener el avance del comunismo, que ya había triunfado en el norte de esa lejana y ejemplar nación. Grave error.

La propia Agencia Central de Inteligencia (CIA) les advirtió tanto a Lyndon B. Johnson (1963-1969) como a su sucesor Richard Nixon (1969-1974) que la guerra contra Vietnam era demasiado costosa, militarmente inútil, políticamente suicida y geopolíticamente peligrosa. ¡No le hicieron caso a la CIA! Y ya sabemos los resultados: una derrota militar, política, moral y económica, cuyas secuelas aún se sienten en la sociedad estadounidense.

Ni hablar de los fracasos en Afganistán e Irak, dos guerras recientes que les costaron más de cinco billones de dólares a los contribuyentes estadounidenses.
El poderío militar de EE. UU. es inconmensurablemente superior al de Venezuela, pero también lo era frente a Corea, Vietnam, Afganistán e Irak.

Los problemas de Venezuela deben resolverlos los venezolanos. Un conflicto bélico sólo traería sufrimiento y pérdidas en ambos lados y en otros países de la región, como República Dominicana. A Trump le conviene más negociar con Maduro y comprarle petróleo que iniciar una guerra cuyo final nadie sabe cuál sería.

Venezuela, como todos los demás países, tiene derecho a la autodeterminación, pero sobre todo tiene derecho a explotar, administrar y beneficiarse de sus propios recursos, principalmente el petróleo, que a fin de cuentas parece ser el meollo de todo este conflicto.
Finalmente, recordemos que la paz no es una concesión: es un derecho. Y la autodeterminación también.

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Periodista dominicano. Comentarista de radio y TV. Prefiere ser considerado como un humanista, solidario.

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