El financiamiento del desarrollo local es un tema común para la totalidad de las ciudades de Latinoamérica y gran parte del mundo.
Costear el gasto e inversión que demanda el proceso de desarrollo representa hoy día uno de los mayores retos que enfrenta el liderazgo y la gerencia pública.
La crisis económica de corte global ha representado una drástica disminución en los ingresos o fuentes recaudatorias dados factores como la caída de los niveles de actividad económica y consecuentemente reducción del rendimiento tributario, además hay que sumar la reducción de las capacidades de endeudamiento y al lógico estado de austeridad fiscal que se desprende del panorama financiero global.
El reto es mayor para los gobiernos locales, dado que su cercanía directa con el ciudadano acrecienta su responsabilidad respecto de las aspiraciones cada vez más complejas.
Visto es esto debemos aclarar que en nuestro país la totalidad de los recursos que ingresan a la mayoría de los ayuntamientos y juntas de distrito provienen del presupuesto general del Estado.
Son muy pocos los cabildos que tiene ingresos adicionales a estos, puesto que sus capacidades de recaudo son prácticamente nulas.
Esto a grandes rasgos significa que la crisis global para el financiamiento del desarrollo local no ha afectado la calidad ni la cantidad de los ingresos, pero si las alzas de precios y la carestía han golpeado de manera contundente el cumplir con esas metas.
Hace apenas unos días que hemos iniciado un nuevo año. Como siempre los dominicanos cimentamos nuestras expectativas por un mejor porvenir cada vez que esto sucede. La fe es la chispa que enciende el motor de la esperanza y no es la excepción para aquellos que hemos hecho de la municipalidad, una especie de sacerdocio.
El Gobierno central, el pasado año, aportó miles de millones de pesos adicionales destinándolos a obras de infraestructura y equipamiento para los gobiernos locales, cosa que no criticamos pues, estas acciones, a pesar de que hemos cuestionado la modalidad usada para hacer llegar los fondos, es harto conocido las carencias que sufren los ayuntamientos y juntas de distritos, así como la gran deuda social acumulada que viene arrastrándose por décadas. Sin embargo, sería mejor ‘enseñarles a pescar’.
¿La inversión en planes y acciones tangibles que les permita a esos gobiernos locales ser sostenibles financieramente en el tiempo no sería una mejor solución?
Ayudarlos en la correcta implementación de sus planes de desarrollo municipal o de una marca ciudad; fomentar la activación del comercio, la cultura, actualizar y fortalecer los planes de prevención, mitigación, respuesta y resiliencia ante desastres naturales, entre otras medidas serían un buen comienzo para coadyuvar a estos en conseguir el tan anhelado desarrollo local.
Para esto se necesitan recursos, es cierto, pero también, capacidad técnica y formación de todos los miembros de las corporaciones edilicias para que los planes y proyectos sean acordes a los deseados. Además, una correcta aplicación de las leyes y sobre todo voluntad política y compromiso de los actores más influyentes.
Balancear la técnica con la política es la solución.
*Por Víctor Féliz Solano