La tradición entre nosotros es la de presidentes que se mantienen cuatro, ocho y hasta doce años sin tomarse una siesta, no digamos que unas vacaciones.
Pero este no parece el caso del presidente Abinader, que en diciembre se tomó unos días de vacaciones, al parecer fuera del país, junto a su familia, como lo dio a conocer casi al final de diciembre el vocero de la Presidencia, Homero Figueroa.
En esta ocasión, si nos atenemos a lo dicho en LA Semanal, se quedó en su casa sustraído del ruido mundanal y de la promoción política propia de la campaña electoral.
Si su ejemplo prende en el ánimo de los que le sucedan, un día tendremos a un Presidente de vacaciones como lo manda el Código de Trabajo y la ley de Función Pública. Esperemos.