A propósito de los casos de desparecidos, de violencia policial, de los feminicidios y suicidios asociados a esa realidad, hay que poner mayor atención a los problemas de salud mental en la población, especialmente en los más jóvenes.

Los años de encierro durante la pandemia, el temor al contagio y el duelo por pérdidas de vidas por razones de Covid-19 han deteriorado la salud sicológica en todo el mundo. La depresión y las enfermedades mentales se han convertido en una crisis familiar y social. En nuestro país, según las estadísticas oficiales, el suicidio es la tercera causa de muertes entre adolescentes.

Los gobiernos tienen la obligación de implementar programas de atención en salud mental para poder combatir las secuelas de los problemas de salud mental que representan para la sociedad un alto costo en vidas humanas y en productividad.

Según datos citados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) sobre estudios realizados por London School of Economics, se estima que la contribución perdida a las economías de América Latina y el Caribe, debido a los trastornos mentales que conllevan a la discapacidad o la muerte entre los jóvenes, es casi de US$30,6 mil millones al año.

De la preocupación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) por los problemas de salud mental asociados a la pandemia, han surgido iniciativas puestas a disposición de los países miembros de los Estados americanos, los profesionales de la salud y para el público en general.

Un aspecto relevante en las recomendaciones de OPS y OMS para los gobiernos es la implementación o puesta en marcha de servicios de salud resilientes que incluyan atención sicológica de forma virtual, aprovechando el potencial del uso de las tecnologías de la información y la comunicación.

En los recursos educativos para público en general, es muy pertinente la Guía que propone OPS para toda la población titulada: “En tiempos de estrés, haz lo que importa”, que propone acciones y estrategias para cuidar la salud mental, como son poner los pies en la tierra, desengancharse, actuar de acuerdo con valores, dejar espacio, conectar y ser amables.

La deuda pendiente de salud mental hay que saldarla cuanto antes si queremos apostar por la calidad de vida y el desarrollo.