El fin de año arroja siempre una posibilidad para redefinir agendas, establecerse metas y avanzar.
Siempre se prestan, los fines de año, para pasar balance de los logros obtenidos, para iniciar nuevos esfuerzos, para reafirmar voluntades y para dejar atrás cosas que queremos olvidar.
Es por eso que pienso que este inicio del año 2014 puede plantear una gran posibilidad para comenzar algo, porque es en él, en el que se deben definir los proyectos políticos de cara al año 2016; año en que se debe elegir Presidente, Senadores, Diputados, Alcaldes y Regidores, cuya consecuencia también debe ser unas nuevas Altas Cortes (aunque estas y la JCE deberían ser renovadas en la lucha antes de eso).
Eso implica que en el calendario político dominicano, el año 2014 es el año de las definiciones, donde debe aclararse el panorama, para que el 2015, sea de consolidación y avance.
La historia, aunque tiene sus raíces en lo estructural, tiene un poderoso componente de las coyunturas, que debido a las acciones de los sujetos históricos, determina su rumbo a seguir.
En la República Dominicana la coyuntura del 2016 plantea una decisión histórica, que nos pone a elegir entre consolidar el proyecto totalitario, conservador y corrupto que representan Leonel Fernández y su grupo o imponer una alternativa que al menos lo detenga y de cabida a nuevos imaginarios.
Ellos construyeron una estructura para imponerse, que incluye un poderío económico sin parangón, un dominio casi total de la Institucionalidad democrática (Congreso, Altas Cortes, JCE, Cámara de Cuentas ect) así como un ala militar y policial temible.
No es nada nuevo, es la continuidad del proyecto conservador que encarnaba Joaquín Balaguer, mucho más pervertido y corrompido, y también mucho más peligroso.
El nuevo elemento, que no lo tuvo Balaguer, es la posibilidad de decidir la agenda de su adversario, cosa que si ha logrado este Proyecto Totalitario a través del TRIPLE SECUESTRO que ha conseguido sobre el Partido Revolucionario Dominicano, donde ha colocado un incondicional, el Partido Reformista, donde goza del servilismo de su dirigencia, y del PLD partido que desde hace mucho mantiene secuestrado. El grupo de de partiditos satélites del PLD se mantendrán con este proyecto corrupto, porque sólo eso le garantiza su cuota de corrupción y clientelismo.
El TRIPLE SECUESTRO del grupo de Leonel sobre la Partidocracia dominicana es, sin embargo, la gran oportunidad para superarla, creativamente.
Pocas veces hubo razones de tanto peso para articular en lo electoral y político una respuesta unitaria que emane desde las entrañas de la sociedad y trascienda a todos los partidos.
En otras palabras, una unidad amplia y combativa contra el TRIPLE SECUESTRO del PLD, PRD y PRSC es prácticamente una necesidad de histórica y la única salida a la crisis política que reserva el país.
Los perredeistas, que por múltiples razones en las que no me adentraré, no han podido recuperar su partido de las manos del acuerdo Leonel-Miguel, son los llamados a motivar esta construcción porque es el único camino que les queda. Enfrascarse en una lucha fratricida con Miguel hasta el 16 es la mejor oportunidad de Leonel y es parte de los objetivos de Miguel, cuya misión es prolongar la supuesta crisis en el PRD por tiempo indefinido.
Los perredeistas deben terminar de entender (y ya se les acaba el tiempo) que la lucha del PRD no es contra Miguel, un simple empleado cuyo objetivo es distraer, sino contra quien lo manda y articula su estrategia. Mientras no entiendan esto, seguirán dando palos a ciegas.
La única forma de salirse debajo del camión, es precisamente, rompiendo los esquemas y subvirtiendo el orden de las cosas. Haciendo realmente lo que ellos no se imaginasen que harían: una respuesta popular desde lo nuevo.
Construir lo nuevo, sin embargo, no debe ser para reeditar el PRD con otro nombre y las mismas mañas, si no para renovar y cambiar la política, y para brindarle al país una nueva oportunidad constituyente para construir algo diferente.
Por tanto, lo nuevo no debe nutrirse de perredeistas únicamente, si no que debe propiciar la más amplia unidad ideológica y partidaria, para incluir a todos los sectores contrarios y excluidos por el pacto Leonel-Miguel que secuestra los tres partidos, y eso incluye de forma prioritaria a los peledeistas que no representados en Leonel, se atrevan a creer en que algo nuevo es posible.
Por eso, los perredistas deben abandonar su clásico discurso antipeledeista, y los peledeistas su discurso antiperredeistas y asumir la posibilidad de que sus mejores partes puedan coincidir en una coyuntura histórica contra un enemigo superior.
No es por tanto un Frente Opositor, sino más bien un gran movimiento de unidad nacional y de construcción que pueda sumar lo mejor de cada parcela política.
Nosotros, los que no tenemos partido y las izquierdas, que hemos sido agudamente críticos de éstos, debemos ser capaces de entender el momento histórico y priorizar aquellos puntos que nos pudieran unir, pero sobretodo, comprender que esta sería una oportunidad para lo nuevo que no se repetirá fácilmente.
En esta convivencia de “mansos y cimarrones“, no deberemos abandonar nuestros principios, ni mucho menos nuestros objetivos estratégicos. Sencillamente daremos un paso consistente en la acumulación y en la creación de condiciones para el cambio por el que luchamos.
No avanzaríamos únicamente bajo el propósito de detener el proyecto conservador que encarna el grupo de Leonel, si no que también condicionaremos nuestra adhesión a objetivos de carácter político y económico que constituyan cambios en sí mismo, como pudieran ser: una Constituyente por voto popular, la modificación del sistema de Partidos, el Referéndum Revocatorio, una Reforma Fiscal Progresiva, la Protección de la producción nacional, la anulación de las concesiones mineras que comprometan el medio ambiente, la recuperación del patrimonio público sustraído, la des-privatización de los sistemas de Salud, seguridad social y educativo, entre otras.
Participar en un proyecto nuevo, constituyente y de masas, podría ser el gran acierto de los sectores revolucionarios, desde que en 1959 los expedicionarios llegaron llenos de patriotismo a derrocar una dictadura, como también lo querían algunos sectores de derecha, pero ellos trajeron en sus mochilas un gran proyecto de cambios políticos y económicos que aun están pendientes.
Este Pacto por lo nuevo, que bien podría llamarse Pacto por la Unidad Nacional, y donde La Convergencia que recién hemos creado puede a bien ser el inicio y la base, debe incluir por tanto, a los partidos y grupos emergentes por pequeños que estos parezcan, porque estos representan el espíritu combativo que necesitamos.
Debe ser incluida también toda la amalgama variopinta de organizaciones, movimientos y grupos de la sociedad, que habiendo cuestionado a los partidos por mucho tiempo, juegan un rol social fundamental en definir la sociedad desde la diversidad que queremos.
Muchos de los lideres que necesitamos y tenemos deben despojarse, aunque sea por un tiempo, de su ambición presidencial, pero así podrán jugar roles estelares como asesores, ministros, senadores y diputados y cumplir un rol histórico para beneficio de todos.
Lo nuevo siempre tiene la posibilidad de sorprender, si es realmente nuevo. Aunque se nutra de lo viejo, que no es precisamente lo ideal, lo nuevo puede convertirse, si logra transformar la materia prima que reciba, en el inicio del cambio de rumbo que requiere el país.
Atrevámonos, Que surja lo nuevo!