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Una oscura advertencia

Roberto Marcallé Abreu Por Roberto Marcallé Abreu
Una oscura advertencia
📷 Roberto Marcallé Abreu

En la misma medida en que transcurren los días, se suscitan situaciones – ¿creadas o espontáneas? – que atraen nuestra atención sobre mentes muy siniestras empeñadas en elaborar escenarios que involucran al ciudadano y a las autoridades, pero principalmente son una convocatoria al miedo, a la inseguridad, a eventualidades que escapan a nuestro control. Pero que nos pueden provocar mucho temor, inseguridad, y desconcierto… y que pueden destrozar nuestras vidas.

Hay hechos relevantes, pero puede tratarse de una suma de eventos, de los cuales no nos hemos percatado, pero que, más temprano que tarde, pueden tocar nuestra puerta o nuestra atención. La idea, a mi juicio, es ir conformando un ambiente en el que nadie se sienta seguro ni protegido ni a quién acudir.

El mensaje es que lo imprevisible, lo oscuro y lo avieso, se han ido apropiando de nuestra existencia y que nadie está seguro. El horror está tras la puerta y hará presencia en cualquier momento. La semilla del desconcierto y del miedo se ha ido sembrando despacio, de manera sistemática y sin tregua.

Cualquiera, por más protegido que se crea, no está libre de ser devastado por la oscuridad. Y como nadie supuestamente sabe de dónde proviene, de lo que se trata o sus orígenes y propósitos o las maneras en que puede presentarse, es poco o nada lo que pueda hacerse para proteger a quienes son de nuestra responsabilidad.

Uno se imagina esa escena de terror, magistralmente expuesta en el cine con aquella obra imperecedera, “Los diez mandamientos”, en la que una nube gris recorre las calles de la ciudad y penetra a las casas para robarle la vida a los primogénitos de cada familia.

Nadie está salvo, nadie está libre ni seguro ni al margen, la tragedia puede tocar tus puertas y asestarte golpes impredecibles y mortales. No hay seguridad y mucho menos para las vidas de personas indefensas… este es el mensaje.

Una expectante alerta previa nos vino a través de la desaparición y probable final trágico de una turista, a quien la tragedia alcanzó en una playa de un resort turístico donde uno imagina o cree que la seguridad extrema preserva el sosiego y la diversión de los visitantes. El absoluto desconocimiento de lo ocurrido es un terreno fértil para nuestras peores pesadillas.

Ahora se trata de un niñito que desaparece casi frente a sus padres y parientes. El desconcierto y el miedo se esparcen como una nube oscura, así como el mensaje de que nadie está al margen y de que lo impredecible asoma en cada rincón penumbroso, en cualquier parte o lugar.

El mensaje es que lo más horrible o espantoso puede sorprendernos en cualquier lugar o momento. La pregunta fundamental es: ¿a quién conviene este estado de cosas? ¿Quién se beneficia de un estado virtual de terror que nos hace enfurecernos frente a quienes deberían ser guardianes de nuestra paz y nuestra seguridad? Esta es la óptica con la que es preciso orientar las indagatorias.

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