En pocas horas, cuando se cuenten los votos, el mundo sabrá quien gobernará Estados Unidos, si Donald Trump o Kamala Harris.
Washington.-A solo unas horas de que los votantes estadounidenses elijan a su próximo presidente, el ambiente está más polarizado como poca ocasiones anteriores en la historia electoral de Estados Unidos.
La contienda entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump ha llevado al país a una división profunda, marcada por acusaciones, intensos discursos y un electorado dividido al punto de empates técnicos en el voto popular en varias encuestas.
Con agendas repletas en estados clave, campañas publicitarias agresivas y plataformas marcadamente opuestas, ambos candidatos buscan captar el apoyo de los indecisos y consolidar sus bases.
Sin embargo, a pesar de la atención que recibe el voto popular, el sistema electoral estadounidense depende del Colegio Electoral, un mecanismo indirecto que muchas veces reconfigura el panorama de la elección, otorgándole la presidencia al candidato que logre los 270 votos necesarios, aunque pierda en el voto popular.
Este sistema de 538 delegados repartidos entre los 50 estados ha dado lugar a polémicas históricas.
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos no se definen directamente por el voto popular, sino por el Colegio Electoral.
Cada estado asigna un número determinado de delegados, o electores, equivalente a su representación en el Congreso: un mínimo de tres en estados pequeños como Vermont y hasta 55 en California, el más poblado.
En total, el Colegio Electoral cuenta con 538 delegados, y un candidato necesita la mayoría absoluta de 270 votos para ganar la presidencia.
Los votantes, en realidad, eligen a estos delegados en cada estado, y estos luego votan formalmente por el presidente en una ceremonia celebrada en diciembre.
En casi todos los estados, se sigue el sistema de “el ganador se lleva todo”: el candidato que obtiene la mayoría en el estado, así sea por un estrecho margen, se lleva todos los electores de ese estado. Solo dos estados, Maine y Nebraska, emplean un sistema proporcional.
Este sistema ha permitido en varias ocasiones que un candidato llegue a la Casa Blanca sin haber ganado el voto popular, como sucedió con Trump en 2016 y George W. Bush en el año 2000.
Los estados bisagra: el campo de batalla electoral
Aunque la mayoría de los estados tienden a votar consistentemente por el mismo partido (los estados “rojos” o republicanos y los “azules” o demócratas), existen siete estados clave conocidos como “swing states” o “bisagra”: Georgia, Carolina del Norte, Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Nevada y Arizona.
Estos estados han mostrado una volatilidad que los convierte en el centro de atención para ambos candidatos.
Es en estos estados donde Harris y Trump han concentrado sus esfuerzos y recursos. Las campañas se han intensificado con una enorme inversión publicitaria y una continua presencia física de los candidatos.
En la última semana, tanto Harris como Trump han llevado a cabo actos multitudinarios, visitas a pequeñas empresas, charlas con líderes locales y encuentros con ciudadanos indecisos en estos lugares.
Para Trump, el mensaje es de confrontación y promesas de restaurar su versión de “América grande otra vez”, mientras que Harris aboga por un país más inclusivo y busca atraer a la clase media y a los votantes jóvenes.
Kamala Harris: el rostro de la inclusión y la promesa de cambio
Origen. Kamala Harris, de 60 años, representa un cambio histórico y cultural en la política estadounidense. De ser elegida, Harris sería la primera mujer afroamericana y primera persona de origen sudasiático en ocupar la presidencia.
En su carrera, Harris ha roto múltiples barreras, convirtiéndose en la primera fiscal de distrito negra en California, la primera mujer fiscal general de su estado y la primera persona de origen indio-estadounidense en el Senado.
Su campaña se ha enfocado en temas de derechos civiles, la justicia social y económica, y la protección de las libertades individuales. Con un enfoque en la “libertad”, Harris ha llenado sus mítines de banderas estadounidenses, apelando a un patriotismo incluyente.
En sus discursos, menciona temas como el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, la igualdad racial, y el acceso a oportunidades económicas para la clase media.
Donald Trump: el regreso del maestro de la provocación
Desafiante. A sus 78 años, Donald Trump se presenta por tercera vez como candidato presidencial. Tras una presidencia marcada por la controversia y un final turbulento con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, Trump ha resurgido como el principal representante del Partido Republicano, ganando las primarias de su partido de manera contundente y consolidando un movimiento político que no deja de crecer desde su primer mandato.
Trump se ha dirigido a su base electoral de manera directa, presentándose como el defensor de los valores tradicionales estadounidenses y prometiendo restaurar el país que, asegura, Harris y los demócratas han llevado al “caos”.
Donald Trump ha sido particularmente duro en su retórica sobre inmigración, economía y seguridad, temas que agitan a su base y a una gran cantidad de votantes conservadores.