A la sombra de la bonanza económica —descrita el martes por el gobernador Héctor Valdez Albizu en su informe para unos huéspedes del Banco Central— deben desarrollarse en el país de manera saludable, la fluencia social y la administración apropiada de recursos en gastos de capital y asistencia, para que el crecimiento no sea una cifra más en un hilo extendido desde hace unos 60 años.
Si los administradores de la vida pública consiguen traducir en bienestar las cifras de nuestra realidad económica, no hay manera de que puedan producirse trastornos sociales, regularmente propiciados por las precariedades materiales.
Y como la tranquilidad y la estabilidad en el plano político dependen, en la sociedad dominicana de hoy día, de organizaciones y líderes estables y conocidos, de vocación democrática a toda prueba, solo nos resta trabajar con el vigor del que tiene el presente despejado de amenazas y puede mirar el porvenir con fe.
Equilibrar una mesa de tres patas es perfectamente posible.
Según el gobernador Valdez Albizu, el desempeño de la economía en el primer trimestre, traducido a números fríos, fue de 6.1 %.
En una visita ayer al presidente Luis Abinader en el Palacio Nacional, dijo que el país “se encuentra en una posición de fuertes fundamentos macroeconómicos, con un alto crecimiento, el cual se estima en un rango 5.0 a 5.5 %” para el final de este año.
Este crecimiento estaría fundamentado en la rápida recuperación del turismo y zonas francas, así como el impulso de la inversión extranjera directa (IED), la cual se estima alcance los US$3,400 millones.
Si la economía avanza sin tropiezos, el resto corre por cuenta de los actores económicos, a quienes después de un período de incertidumbre se les debe estimular para que vuelvan a ver su entorno con la debida confianza.