Una manipulación colosal

Una manipulación colosal

Una manipulación colosal

José Mármol

“The Great Hack” (2016) es un documental dirigido por Karim Amer y Jehane Noujaim, al que se puede acceder a través de Netflix. Relata, en forma muy objetiva, la historia de David Carroll, profesor asociado de Parsons School of Design, quien demandó en Gran Bretaña a Cambridge Analytica para que le entregara los datos que, concedidos por Facebook, poseía de su persona. Soñaba con las bondades de un mundo interconectado.

No se detuvo en el hecho de que lo que hacemos en el medio digital, especialmente en Google, Facebook y otras redes va dejando rastros, una huella digital desde la que se construye, para bien o para mal, nuestra ciberidentidad.

Los individuos resultamos el producto de esa industria y modificar nuestra conducta es su objetivo. No se trata de una competencia de los gigantes tecnológicos por la atención de los sujetos ni del imperativo de una economía de la atención, sino de la voracidad ilimitada de una cleptocracia digital que opera fuera de diques éticos de contención moral.

La ilusión de un mundo hiperconectado permite que nos aislen del entorno y de los demás. Somos la reducción a un dato, a una lógica de cálculo; somos siervos de la dictadura insensible de los algoritmos.

El documental revela cómo personajes del ámbito del negocio de macrodatos y de la comunicación estratégica para partidos y políticos, como Alexander Nix, Julián Wheatland, Steve Bannon y Brittany Kaiser, pusieron en marcha la filosofía perversa según la cual, para producir cambios profundos en el mundo, se debe dividir, hasta polarizar la sociedad, difundiendo propaganda que incite a la confrontación, el odio, la xenofobia, la supremacía y la singularidad ideológicas.

Luego, podrá recomponerse de acuerdo a los propósitos ocultos de un grupo, individuo, ideología o partido.

El gran propósito de la manipulación colosal se convirtió en empresa: Cambridge Analytica y subsidiarias. Carole Cadwalladr, periodista investigadora de The Guardian, descubrió los intríngulis de Cambridge Analytica en el triunfo del Brexit. Para ella, el Brexit sentó las bases para el ascenso de Trump.

De hecho, el jefe de campaña de Trump, Steve Bannon, era vicepresidente de Cambridge Analytica. Paul-Oliver Dehaye es un matemático suizo que investigó y reveló el modus operandi perverso de la empresa.

Profundiza en el estudio del Proyecto Álamo, responsable de la campaña presidencial de Trump, que gastaba un millón de dólares por día para colocar anuncios en Facebook.

En este proyecto jugó un papel preponderante Cambridge Analytica, que logró obtener, filtrar y manipular 5,000 puntos de datos por votante en EE.UU., afectando, sin autorización, a unos 87 millones de usuarios de Facebook, cuando la protección de datos personales es un derecho fundamental. Se les llamó “persuasibles”.

La frase “Derrotemos la corrupta de Hillary”, puesta a circular a raudales en Internet en distintas formas de productos y filtrada en las redes sociales hasta su viralización, sin atribuirse, en principio, a ninguna marca o responsable fue la carnada que mordieron las minorías afroamericanas e hispanas para que desistieran de ir a votar. Es la lucha de la inteligencia artificial (IA) contra la conciencia humana.

El algoritmo identifica nuestros miedos y odios y luego los utiliza en nuestras decisiones políticas (persuasión).

Cambridge Analytica usó los datos de Facebook para predecir la personalidad y a través de esta condicionar la conducta de las personas. La conducta influye en el voto ciudadano.

Una vez divides y recompones, por manipulación de datos personales, obtendrás de los procesos sociales el resultado de tu antojo.

Esos bereberes del macrodato violaron la integridad de las personas que se conectaron en las redes sociales y abusaron de la integridad del sistema democrático. ¿Dónde duerme la legitimidad?



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