La comunidad La Tierra, en el municipio Río San Juan, tiene una maestra con una capacidad extraordinaria para el compromiso.
En otra parte de esta edición de EL DÍA, publicamos la nota con algunos detalles de lo que es capaz de hacer la educadora para darles un espacio en la escuela que dirige a los estudiantes a quienes ha tocado en suerte.
Con los riesgos para el prestigio personal que implica tirarse a la comunidad a recolectar dinero, madera y hasta voluntades para acondicionar aulas que acojan a nuevos estudiantes en una edificación abandonada por el Ministerio de Educación, la directora de la escuela Rosa Ventura ha hecho esto por lo menos durante los últimos cuatro años.
Quizás la ampliación del recinto, iniciada en el año 2012, no era una responsabilidad de Educación, pero para el caso da lo mismo; en definitiva, es en ese ministerio donde tiene que originarse el reclamo incansable para que sea concluida, no importa cuan lejos se encuentre de los focos de la opinión pública.
Con la importancia de la instrucción formal en cualquier tiempo, pero particularmente en los que les tocarán a los niños y adolescentes de hoy, dejar de hacer un esfuerzo, meter una presión, consignar una pequeña ración de presupuesto o encaminar acciones legales puede hacer la diferencia entre un “calibrista” de caminos o carreteras y un profesional.
La educación es importante hasta para contar con una población en las condiciones de entender instrucciones, para discernir entre el bien y el mal y hacer conciencia de lo conveniente y lo dañino en los planos público y personal.
Ojalá desde el Ministerio de Educación se le tome la acción a la profesora Kenia Reyes, de la comunidad La Tierra, de Río San Juan, y se le garantice un espacio apropiado a los estudiantes para el año escolar que inicia pronto, y a ella se le evite el riesgo personal de recolectar dinero y materiales de año en año para dotar de un espacio digno a cientos de estudiantes.