Una lectura de ‘Nadja’, de A. Breton

Una lectura de ‘Nadja’, de A. Breton

Una lectura de ‘Nadja’, de A. Breton

La publicación en formato de libro del ensayo de Manuel García Cartagena titulado “Para leer Nadja, de André Breton” (Ediciones Bangó, Santo Domingo, 2018) constituye un hito en el panorama literario y cultural dominicano, por el hecho de que rompe el maleficio de la ausencia de auténticos y rigurosos estudios literarios, desplome y desmonte que el propio autor atribuye a la entrada en vigor del neoliberalismo como doctrina económica y política, cuyas promesas alimentan el hambre de espacio y la sed de cielo que caracterizan la globalización y sus efectos colaterales, especialmente, el economicismo delirante.

El rigor y la densidad conceptual propios de estudios como este son ajenos a la volatilidad, la ligereza, la fugacidad y la caducidad programada con que la cultura online (conectada) y de vitalismo activo, consumista subyuga la preterida cultura offline (desconectada), más proclive a la meditación, la contemplación y la visión profunda y duradera de las ideas, los valores y los bienes. Aunque texto constituye solo una parte, traducida del francés al español por el propio autor, de la tesis doctoral de Letras francesas modernas que, bajo el título de “Las apuestas del Yo en las novelas de los surrealistas”, el autor defendió el 22 de agosto de 1992 en la Universidad François Rabelais de Tours, Francia, su entrada en escena como libro en nuestro ámbito académico y cultural ha de tener un significado particular, a pesar de la escasez de lectores en nuestro medio y del déficit de pensamiento crítico que acusa nuestro entorno intelectual.

La publicación segmentada del estudio, veintiséis años después de su presentación como tesis tiene, no obstante, a su favor, el hecho de que en lo que va del presente siglo XXI algunas universidades dominicanas, con la participación de prestigiosas universidades extranjeras, se han interesado en establecer maestrías y doctorados en disciplinas humanísticas como filosofía, lingüística y literatura, entre otras, lo cual podría aportar a un deseado clima de renacimiento de investigaciones y estudios académicamente ponderados.

El ensayo “Para leer Nadja, de André Breton” consta de dos partes. La primera, en la que su autor procura con éxito establecer el vínculo entre los postulados estéticos, filosóficos e ideológico-sociales del primer y segundo Manifiesto del Surrealismo con el relato “Nadja”, en tanto que obra concreta que se traduce en espacio de materialización de aquellas ideas; y una segunda parte en la que el ensayista disecciona el relato mismo, para desentrañar, en su lectura particular, aspectos esenciales de la concepción de la literatura y la novela, las dinámicas del Yo a que el relato apuesta (Yo-yexto y Yo-lector) y la conciencia simbólica, la cuestión de la autobiografía y la psicografía, así como conceptos guía del tipo fantasmatización, mitificación, identidad histórica del personaje Nadja y su dimensión mediúmica, la estrategia panfletaria y la revalorización de la mujer en el surrealismo, entre otros aspectos relevantes.

Luego de admitir la cercanía predecesora de Apollinaire y de Nerval, quien habla del Supernaturalismo alemán, Breton pasa a definir el surrealismo, en el primer Manfiesto de 1924, como: “sustantivo, masculino.

Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento.

Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral”.

Y los primeros que hicieron profesión de fe de Surrealismo Absoluto, según el propio Breton, fueron, en orden alfabético: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel, Delteil, Desnos, Eluard, Gérard, Limbour, Malkine, Morise, Naville, Noll, Péret, Picon, Soupault, Vitrac.
En otras entregas veremos la trascendencia del estudio de García Cartagena.



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