El mundo está pasando por días preocupantes, caóticos y convulsos, que merecen que las conciencias pacifistas entren de manera urgente a formar parte de una coalición reflexiva, al nivel global.
Las palabras: matar, asesinar, eliminar, bombardeos, tiroteos, abatir, muertos, cadáveres, circulan en el último quinquenio de manera constante y profusa en los medios de comunicación y redes sociales.
Algo que preocupa, ya que se visibiliza a escala global que se degrada, día a día, el respeto por la vida humana. Y sobre todo por la vida de los niños, llamados a ser los adultos en un futuro amenazado constantemente.
Y de igual manera son constantes, en los medios, las palabras: paz, diálogo, reflexión, entendimiento, acuerdo, razonamiento, coherencia, pero con menos oídos y poca atención.
El papa Francisco lleva todos los días al mundo sus oraciones y constantes prédicas y pedidos de paz, pero aun no sea escuchado con la debida sensibilidad por potencias, líderes mundiales y hombres armados, sigue de manera tenaz promoviendo sus ideas pacifistas.
En ese orden tuvo una gran repercusión la conversación telefónica del santo padre con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a quien le planteó la necesidad de trabajar por un mundo sin guerras.
Y República Dominicana forma parte de ese conglomerado humano y social que debe obediencia a su profunda convicción religiosa.
Y que, por tanto, las autoridades nacionales tienen el deber de mirar al prójimo regional, lejano y vecino, con ojos de solidaridad y, siempre, con una agenda diplomática cuya prioridad se enfoque en la prevención de conflictos.
