Una campaña rara

Una campaña rara

Una campaña rara

Rafael Chaljub Mejìa

He sido testigo de todas las elecciones que aquí se han celebrado y de las campañas electorales que han antecedido a los comicios desde 1961. Y nunca había visto una campaña tan apagada y aburrida como la actual.

Especialmente si se recuerdan aquellas contiendas en las cuales el partido de Balaguer decía que caminaba a paso de vencedores y la oratoria emocionante del doctor José Francisco Peña Gómez prometía que haría temblar la tierra y pintaría de blanco a la República

De buenas a primeras ha desaparecido aquel ambiente carnavalesco que lo removía y lo politizaba todo.
Ahora no hay debates, desfiles, concentraciones, apenas hay fotos de candidatos en los postes de luz, no hay caravanas, ni discursos ardientes. A veces me pregunto si nos hemos civilizado tanto como Suiza, pero como no es así, trato de buscarle otra explicación a la rareza de la campaña actual.

La ausencia de líderes que despierten la pasión y el entusiasmo de las masas; la tendencia a la despolitización, a la anti política, a la indiferencia conservadora que viene ganando cuerpo; las repetidas decepciones en que suele caer alguna gente cuando elige un gobierno y ve permanecer los mismos viejos males que les prometieron resolver; la presencia de líderes y candidatos ya usados y rehusados una y otra vez.

Se dice que el buen jefe es aquel que trata de ser indispensable el menor tiempo posible, pero aquí no rige esa norma y ningún jefe le abre el espacio a quien pueda ser su buen reemplazo. Y, salvo escasas excepciones, aquí tenemos las mismas caras de todos estos años.

Y hay otra realidad. Por lo que dicen las encuestas y lo que acaba de pasar en las recientes elecciones municipales, la balanza aparenta estar tan inclinada hacia el lado del gobierno, que los del campo opositor, han perdido las esperanzas de triunfo y, como si hubiesen perdido en febrero las elecciones de mayo próximo, lucen resignados a su poca fortuna electoral.

Entonces, si así ocurre, es probable que algunas figuras tengan que salir del escenario, algunas fuerzas políticas caigan en crisis sin solución y esto provoque una realineación de fuerzas y se amplíe la brecha para la entrada en escena de una tendencia política nueva, que represente la necesidad existente de una renovación política, de un cambio de época, desde lo progresista, con vocación transformadora. Insisto, sigamos atentos.