Nadie discute la grave situación por la que se precipita el país, prácticamente indefenso frente a los embates de la delincuencia y la criminalidad. Todos estamos de acuerdo en que hay que hacer algo, y rápido, pero pocos son los que aportan propuestas viables para frenar el carro del desastre antes de que sea demasiado tarde.
Sin restarle méritos a una que otra idea lanzadas al ruedo con esa noble intención, pero carentes de sentido práctico, me parece que una propuesta digna de ser tomada en cuenta es la del aspirante presidencial José Tomás Pérez, consistente en transferir diez mil militares a las filas de la Policía Nacional para reforzar a esta institución y ponerla en mejores condiciones de cumplir su misión preventiva.
Siempre he creído que contamos con un excesivo número de militares de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, y en estos momentos nos hacen falta más policías y menos guardias. Ahora bien, de nada serviría simplemente cambiarle el uniforme a esos diez mil soldados, sino que también habría que entrenarlos junto a los que ya están- en las modernas normas policiales que rigen en las naciones civilizadas.
Es más fácil decirlo que hacerlo. Pero no hacerlo resultaría catastrófico.