Octubre ha traído una notable inyección de profesionales procedentes de por lo menos una decena de universidades, de las cuales la del Estado entregó más de 3 mil 500 títulos de grado el lunes pasado.
Una mirada no exhaustiva hecha en la redacción de EL DÍA permitió enlistar a las universidades Central de Este (UCE), Tecnológica de Santiago (UTESA), Católica del Este (UCADE), Católica de Santo Domingo (UCSD), Acción Pro Educación y Cultura (UNAPEC), Instituto Tecnológico (INTEC) y Abierta para Adultos (UAPA) entre las que han tenido graduaciones en el mes que hoy termina.
Por lo menos 8 mil profesionales recibieron sus títulos.
Y esto es alentador.
Tanto como cuando es anunciada la apertura de una empresa industrial, comercial o de servicios, con puestos de trabajo para un centenar o cientos de personas.
Cuando un estudiante inicia la experiencia universitaria lo hace con una gran ilusión y la mirada tendida a un futuro cercano. Cuando recibe su título la tiene puesta en el presente.
Pero en este caso no está sólo en el tintineo de las ilusiones propias del momento. Familiares, amigos y, en fin, la comunidad, también participan de este particular “Alicia en el país de las maravillas”.
No siempre es tan simple como salir a las calles y encontrar las puertas abiertas, pero aunque en el momento no se cuente con la capacidad para valorar en su medida el instrumento del que se ha sido dotado, el tiempo se ocupa de poner las cosas en su lugar.
A estos inmensos aportes de las universidades un día debe dárseles el complemento desde el Estado, con un plan de asistencia así sea de tres meses, a quienes les den a estos profesionales bisoños su primer empleo.
Parece la propuesta de un nuevo subsidio, y lo es, pero acaso sería de los más provechosos de cuantos puedan ser dispuestos desde gobierno alguno.