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Un progreso que no se ve desde abajo

La República Dominicana se sitúa cada vez más como uno de los países de la región con más avances en su economía, de acuerdo a las cifras de las que alardean cada vez que pueden las autoridades gubernamentales, las cuales parecen ser las únicas que ven la traducción de ese crecimiento en desarrollo y bienestar.

Pero esto no es lo que ocurre con los de abajo, mucho menos con los que están en el medio, quienes suelen ser los más golpeados en situaciones de calamidad o retroceso.

Para muestra, ir a las áreas rurales. Allí los lamentos por lo dura que está la situación son el plato del día; y para no ir tan lejos basta visitar los barrios de la capital, donde muchos viven al límite y sin nada asegurado para el día después.

En un país donde la economía es admirable, en ese vivimos; pero uno en el que también comprar una receta médica para algunos es un parto, conseguir empleo a veces es una odisea y en donde aún quedan cuentas pendientes en materia de acceso a lo básico.

Al menos 2 millones de personas salieron de la pobreza, es una de las cifras más recientes que ha dado a conocer con orgullo el actual gobierno; habría que ver las provincias a las que se acudió para sacar esta cifra y salir a las calles a ver lo que opina el ciudadano de a pie, que de aseguro consideraría una burla sólo el escucharla.

Lo que si ven y sufren los de abajo es un alquiler caro, una canasta básica que duplica su salario; en el campo viajes a la parcela que duelen, costo de servicios elevados, y desesperanza cuando los ganaderos acuden al “Palán” o un comerciante al mercado.

A estos son los lugares a donde quienes llevan las riendas del país deben ir, no a un lugar puntual donde dos o tres aguardan por la visita, una foto protocolar, dos palabras y retirarse sino meterse a los sitios donde se está malpasando, conversar de verdad con la gente y comenzar a ejecutar planes que realmente beneficien a quienes más lo necesitan.

Y no nos referimos a los programas de ayudas sociales como algunos actuales que no alcanzan ni para lo mínimo, pues estos programas son solo una curita que no resuelven el problema.

Pareciera que el progreso que dicen que vivimos es selectivo y solo camina por algunas calles, lo cual es preocupante en un país que también alardea de avances en igualdad.

Lo cierto es que hay tareas por hacer y desarrollarlas requiere de algo más que discursos pues con eso no se erradican las necesidades de la gente.

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