Iniciamos 2014 con una serie de iniciativas que permiten abrir la esperanza de que problemas ancestrales dominicanos pudieran estar encaminados a una solución aunque nos tome más de un año.
A saber, por segundo año consecutivo el Gobierno ha incluido en el Presupuesto destinar el 4% del Producto Interno Bruto a Educación, con planes mejor definidos que los del año recién finalizado y metas muy definidas, como eliminar el analfabetismo.
También se ha puesto en marcha la construcción de dos plantas a carbón, lo que tiene como objetivo fundamental que el sistema eléctrico tenga más energía disponible, que el fin de los contratos amparados bajo el famoso Acuerdo de Madrid no encuentre al país de rodillas frente a esos generadores de electricidad y que haya suficiente energía barata disponible como para hacer de contrapeso a los precios.
Lógicamente, ese proceso se tomará al menos cuatro años, pero era necesario que en algún momento se iniciara.
Otra iniciativa trascendental que debe ponerse en marcha este año es la ejecución del Plan Nacional de Regularización de los extranjeros ilegales que residen en República Dominicana, lo cual está contenido en una ley promulgada el 14 de agosto de 2004, pero que se mantuvo congelada hasta que el Tribunal Constitucional emitió su controversial sentencia 168-13, que además esclarece los principios para obtener la nacionalidad dominicana.
Con la aplicación de esa sentencia se estaría poniendo orden en la casa en cuanto al caos de las migraciones ilegales en el país.
Los tres ejemplos mencionados requieren de la firme voluntad del Gobierno dominicano de cumplir con su misión y en los tres casos cuenta con un respaldo casi plebiscitario por parte de la población.
El año 2014 que recién iniciamos nos brinda la esperanza de que podamos ver el principio del fin de grandes problemas nacionales.