Cuando se busca en las cifras del negocio del turismo se puede tener la falsa impresión de que se trata de una actividad de grandes inversiones, y claro está, para empresas o personas con acceso a unos niveles de crédito particulares.
Lo que deja ver una información incluida en esta edición de EL DÍA, en cambio, es que el turismo entre nosotros es como un gran autobús en el que entran todos, cada uno en su medida, desde luego.
Si hemos de hablar de la disponibilidad de alojamiento, para dar una muestra en la dirección de la información de referencia, la oferta en la base social dominicana supera con unas cuantas miles de habitaciones a la del negocio estructurado.
Todos hemos oído hablar en alguna ocasión acerca de lo que significan los polos turísticos para productores nacionales de manualidades, artesanías y agropecuarios, para sólo referir tres, dos de ellas al parecer alejadas del ambiente del turismo. Pero por lo visto no es todo.
La oferta habitacional para el uso de visitantes por breve tiempo está moviendo, según la información de referencia, bienes inmuebles dispuestos para el alquiler durante períodos extensos hacia unos usuarios de corto tiempo que se ponen en contacto con el bien por vía de aplicaciones ideadas con este propósito.
El turismo, por lo visto, es un negocio nacional.