El control de la frontera con Haití es una de las máximas prioridades nacionales y para lograrlo se necesita trabajar de manera simultánea en varios frentes.
Se debe atacar, por ejemplo, la corrupción de las autoridades dominicanas, equipar a las fuerzas militares de servicio en la zona y mejorar sus condiciones de vida.
La construcción de un muro físico y tecnológico también es uno de los elementos que contribuyen al control fronterizo.
La situación de violencia e ingobernabilidad que vive Haití obliga a que el Gobierno dominicano tome medidas extraordinarias para controlar la frontera.
La agencia de noticias española Efe produjo un preocupante reportaje en el que indica que decenas de haitianos se han desplazado de sus lugares de residencia, con el agravante de que sus mismos compatriotas de otros pueblos los rechazan por temor a que entre los desplazados haya delincuentes y también por el alegato de que carecen de la infraestructura para acogerlos.
La situación de Haití cada ves se torna más preocupante y a la comunidad internacional pareciera no importarle.
República Dominicana tiene la obligación de proteger su frontera de las migraciones no autorizadas, del crimen organizado y de la movilidad de miembros de esas pandillas.
El Gobierno dominicano tiene que poner muros y candados para evitarle grandes males a la nación.