Un mensaje claro

Un mensaje claro

Un mensaje claro

Claudio Caamaño Vélez

Gobernar un país no es una tarea sencilla. No es sólo administrar recursos. Es también administrar intereses, ímpetus, ambiciones y egos. Es lidiar con enemigos, de afuera y de adentro.

El presidente Abinader no es omnisciente ni omnipotente, no puede ocupar de manera personal todos los puestos de la administración pública, como quizás a él le gustaría.
A diferencia del gobierno, que se cambia en un día por medio de las elecciones; la cultura política toma tiempo y mucho esfuerzo cambiarla.

Se están dando muestras claras de un cambio de voluntad política desde el Palacio Nacional. Mientras los anteriores gobernantes buscaban la forma de acaparar poder, el presidente Abinader está dando libertad e independencia a instituciones tradicionalmente puestas al servicio de los intereses gobernantes.

Como ejemplos tangibles de compromiso con la democracia, la justicia y la independencia podemos citar: Dirección de Ética e Integridad Gubernamental, Compras y Contrataciones, Presidencia del Senado, Ministerio Público, Junta Central Electoral, nuevos titulares del Tribunal Constitucional y Cámara de Cuentas.

Es cierto, también hay ejemplos (algunos muy pintorescos) de que falta mucho por mejorar. Pero si es difícil poner orden en una casa, imaginen lo difícil que es poner orden en un gobierno.

Lo que sí es una verdad científica, irrebatible, es que el presidente Luis Abinader ha asumido, con hechos, la ardua labor de pagar la deuda moral e institucional acumulada por una larga sucesión de gobiernos corruptos.

A todos nos gustaría que los cambios fueran más rápidos, tal vez nadie tenga mayor interés en eso que el mismo Presidente; pero Roma no se construyó en un día; ni siquiera Dios, con poder infinito, pudo en un día crear el universo.



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