Un deseo procastinado

Recibí la tarea de la semana pasada de María (nombre sustituido), quien escribió: “Me veo viajando por Europa, llevo una mochila y voy con mi familia.

Viajamos en aviones, trenes y autobuses para llegar a diferentes países. Me siento realizada y feliz dentro de ese pensamiento”.

Dice que ha tenido este deseo desde muy temprana edad. Otras amigas hicieron la ruta como mochileras en sus 20 años. Durante esa época, ella sintió miedo a endeudarse como hicieron las demás. Actualmente, María está en sus 50. Tiene esposo, hijos y nietos, por lo que cada vez siente que es más complejo realizar ese viaje.

María anhela poder visitar España y el Líbano, de donde son originarios sus ancestros. Al preguntarle: ¿por qué si tanto anhelas de ese viaje, lo has procrastinado por tres décadas?

“El dinero ha sido el tropiezo fundamental; siempre han habido otras urgencias”. Dijo María. Lograr algo que verdaderamente deseas, requiere más que imaginarlo. Exige tomar decisiones firmes, elaborar un plan detallado y comprometerte con lo que decides.

Cuando se trata de conectar con algo tan grande como tus raíces, tu clan; el dinero no es el verdadero impedimento. Está más relacionado con memorias que necesitan ser sanadas.

En este caso, el miedo y las amenazas enfrentadas por sus ancestros, quienes emigraron en busca de seguridad. Esas mismas emociones aún rigen las decisiones de María.

Reconectar con tu esencia, así como sanar, crecer profesionalmente sólo está limitado por tus memorias limitantes. Esos miedos deben ser sanados o seguirás paralizada y perdiéndote de vivir aquello que quieres. Si verdaderamente deseas hacer ese viaje, embárcate en el proyecto, el dinero llegará.

Pero requiere que estés lista para ver cómo y cuándo llega. Si no sanas esas heridas transgeneracionales, aun cuando el dinero esté en tus manos, lo destinarás a otras cosas. Parar de procrastinar también implica sanar el pasado.