La economía dominicana tiene un encanto que llama la atención a los organismos internacionales y a los demás países de la región porque hasta en los momentos de tribulaciones endógenas o exógenas se muestra vigorosa.
El mundo vive un fenómeno inflacionario que se pronosticó cuando la pandemia por el Covid 19 estaba en su mayor pico, pues se sabía que la apertura implicaría un súbito aumento de la demanda de bienes y servicios sin que el aparato productivo general estuviera a plenitud. Esos pronósticos empeoraron con la aparición de otros fenómenos como sequía, crisis de la logística comercial marítima y la guerra entre Rusia y Ucrania.
Sin embargo, la economía dominicana se mostraba resiliente, aunque sufrió impacto inflacionario y en frenar el ritmo de crecimiento prepandémico.
Pero actividades nodales como el turismo o las zonas francas se recuperaron con una rapidez asombrosa.
Otra actividad que muestra gran músculo es el comercio, que no deja de sorprender por su dinamismo.
Ha habido muchos botones como muestra, pero el más reciente es el periodo que tiene su clímax hoy con el llamado “Black Friday” o “Viernes Negro”.
Movido, en gran medida, por las ofertas y las facilidades de financiamiento, este año se nota un dinamismo que hace recordar los mejores años de antes de la pandemia en esta que es una tradición comercial reciente en República Dominicana.
El comercio, especialmente las grandes tiendas y almacenes, tienen más de una semana atrayendo grandes flujos de clientes y para este fin de semana se proyecta una activa demanda de bienes muebles.
El pesimismo discursivo dista mucho del entusiasmo comercial de los dominicanos.