
Sigo insistiendo en que no es bueno estar aplaudiendo los supuestos intercambios de disparos que la Policía ha adoptado como norma para matar a supuestos delincuentes, y que ha vendido a la sociedad como la panacea frente a la delincuencia.
Muestras sobran de que, en la mayoría de los casos, no existió ningún intercambio de disparos. De lo contrario, quienes se enfrentan a los policías serían los peores tiradores del mundo, porque, portando armas de alto calibre, más potentes y sofisticadas que las de los agentes, nunca logran siquiera rozarlos. Y qué bueno que así sea.
Pero aun sabiendo que la Policía nos miente, insistimos en aplaudir que mataron a uno, dos o cinco delincuentes. ¿Y saben por qué nos comportamos como si no nos importara? Porque entre los fallecidos no tenemos un pariente. Mientras maten a pobres infelices que no conocemos, que siga el circo.
Y qué pasa si no son delincuentes, como el caso de Santiago, donde murieron cinco jóvenes en un supuesto intercambio de disparos. Hoy están presos los policías que participaron, porque aparentemente actuaron como matones y guionistas de películas, fabricando una historia que se les cayó a pedazos.
Quizá algunos me encasillen como defensor de delincuentes. Se equivocan. Con lo que no estoy de acuerdo es con que se mate gente bajo el argumento de intercambios de disparos, cuando lo correcto sería someterlos a la justicia para que paguen en la cárcel por sus hechos. De lo contrario, modifiquemos la Constitución y el Código Penal para legalizar la pena de muerte, y de paso, aplicarla a los violadores, sobre todo a los que abusan de menores de edad.
La cosa no es como antes, aunque la Policía se haya quedado en el pasado. ¿Acaso no se dan cuenta de que sus acciones quedan al descubierto y que en cualquier esquina hay cámaras vigilando? ¿Será que los matones con placa se sienten satisfechos con salir a disparar? ¿No les remuerde la conciencia al llegar a sus casas y mirar a sus hijos con una muerte fresca en la memoria?
Y sepan que tampoco tengo nada en contra de los policías como institución. Lo que cuestiono son sus acciones malsanas y la complicidad de quienes aplauden esas prácticas, porque en una sociedad democrática no se puede construir justicia sobre la mentira y la sangre.
Etiquetas
José Miguel de la Rosa
Egresado de la carrera de Comunicación Social, mención Periodismo, por la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA). Posee diplomados en comunicación política, periodismo de datos, periodismo digital, entre otros. Cuenta con más de 13 años de experiencia en el ejercicio periodístico, con ...