Santiago de Chile.- Un año después de ganar las presidenciales, y en el marco de un es escenario político complejo, marcado por la inflación mundial y el triunfo del “no” en el referéndum para cambiar la Constitución, el presidente chileno Gabriel Boric ha moderado su discurso y ajustado su política de alianzas, retomando según expertos un estilo de gestión similar al que le llevó a la victoria en el balotaje.
Con solo 36 años, Boric arribó al palacio presidencial de La Moneda con el programa electoral más progresista desde el socialista Salvador Allende (1970-1973), un proeza electoral timbrada por su contundencia -obtuvo más del 55 % de los votos y la mayor participación histórica en comicios presidenciales- y el sorpasso sobre la candidato de ultraderecha, José Antonio Kast, ganador de la primera vuelta.
Desde entonces, en medio de un país golpeado por la pandemia de la covid-19 y aún convulsionado por la protesta popular de 2019 -que abrió el proceso constituyente-, el mandatario ha virado hacia el pragmatismo, dicen analistas, modificando sus apuestas, sobre todo tras de la derrota que significó el rechazo a la nueva ley fundamental, un texto que sus ministros creían clave para poder emprender las “transformaciones estructurales». Y que dejó la posibilidad de implantarlas en manos del Congreso, donde la oposición tiene mayoría y obliga por ello a negociar.
MODERACIÓN Y PRAGMATISMO
“Boric comenzó a moderar progresivamente su discurso, hablando de manera más directa al votante medio que no necesariamente tiene sus simpatías puestas con la izquierda, que está desencantado, que probablemente apoyó el rechazo (a la nueva Constitución) sin necesariamente sentirse identificado con la derecha”, explica a EFE la decana de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales, Rossana Castiglioni “Creo que el presidente, a partir de estos resultados, trató de acercarse a ese perfil más moderado”, insiste.
Un cambio que la experta y otros colegas creen que se escenificó con la reestructuración del gabinete realizada tras el triunfo del rechazo en la consulta constitucional al sumar al Consejo de ministros a figuras del Socialismo Democrático, coalición integrada por partidos vinculados a la Concertación, la alianza que gestionó la transición y a la que propio Boric criticó en el pasado.
“El Gobierno, después de la derrota inmensa que le genera el plebiscito, termina volviendo al discurso de segunda vuelta con el que resulta electo” resalta a EFE el analista del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Rodrigo Pérez de Arce.
“En este caso concreto, se termina traduciendo de manera más clara en el ingreso del Socialismo Democrático a puestos de alta importancia, en particular a Interior y a la Secretaría General de la Presidencia”, agrega. Un golpe de timón que todos coinciden se plasmó de forma definitiva la semana pasada, cuando el presidente intervino en la larga polémica sobre futuro del proceso Constituyente -dominada por el relato de la oposición- y aseguró que era preferible un “acuerdo imperfecto” a que se prolongara una negociación bizantina.
REPOSICIONAMIENTO DE LA DERECHA
La victoria de Boric en la segunda vuelta, celebrada el 19 de diciembre, supuso igualmente un duro golpe para los sectores de la derecha, que quedó en “posición disminuida” según Castiglioni, y obligada a hacer una oposición dura para recuperar el terreno perdida tras la cruenta represión de las protestas populares de 2019, conocidas como “el estallido social». “El resultado del plebiscito constituyente terminó por reposicionar a esa derecha.
No necesariamente porque uno pueda leer el rechazo como un apoyo al sector, porque eso definitivamente no fue así”, argumenta la académica.
“Pero sí porque quedaba claro que a partir de ese resultado el Congreso (donde la oposición tiene mayoría) iba a tener un rol mucho más importante en el proceso constituyente del que había tenido hasta ahora”, agrega. “Boric no controla el Congreso y es evidente que iba a necesitar construir acuerdos con la oposición, que cualquier acuerdo que resolviera la crisis en el país iba a tener que involucrar a la derecha y eso la dejó en una posición bastante más favorable”, subraya.
En este contexto, queda para el nuevo año la incertidumbre sobre el papel que desempeñará la derecha más radical, que según los analistas intenta presionar a sus aliados y obtener mayor influencia pese a “su fragmentación y poca altura de miras».
“El movimiento se ha dado en demasiados ámbitos. Uno puede ver que la centroderecha, que queda muy alicaída después de la primera vuelta, empieza a recuperar cierto espacio en la discusión constitucional donde toma un rol bastante protagónico, mientras que el (radical) Partido Republicano está hoy tensando el arco político para ganar espacio. Habrá que ver en qué manera se traduce en los meses que vienen”, concluye Pérez de Arce.