En un hermoso acto celebrado el pasado domingo 17, en el Ayuntamiento de Santiago, el compañero Miguel Mejía puso en circulación su libro: Del Caribe a los Antípodas.
La obra constituye un importante documento del trabajo realizado por Miguel por el establecimiento de relaciones oficiales entre la República Dominicana y países del continente asiático hacia los cuales, más por prejuicio político y por sumisión a los caprichos norteamericanos, el Estado dominicano se había mantenido alejado.
En ese afán de décadas enteras, Mejía se ha erigido como uno de los dominicanos con relaciones más amplias y sólidas con los principales líderes de países como la República Popular China, la República Socialista de Vietnam, la República Popular Democrática de Corea, con los cuales el país mantiene hoy relaciones de amistad y mutua conveniencia para los respectivos pueblos. La importancia del papel jugado por Miguel Mejía para que así ocurra, es imposible de negar.
Vínculos similares ha cultivado Mejía, como político y desde sus funciones diplomáticas oficiales, para acercarnos a líderes y gobiernos revolucionarios y progresistas de nuestra región latinoamericana y caribeña. Las páginas de su libro lo comprueban.
De la actividad del domingo conviene asimismo resaltar la presencia en ella de representantes diplomáticos de la República Popular China, Venezuela, Honduras, Nicaragua, y la de una variada representación de la sociedad de Santiago.
El doctor Ignacio Ramonet, prologuista del libro, hizo la presentación, habló también el Rector de la UASD doctor Editrudis Beltrán y el historiador Eliades Acosta.
Fue este quien destacó que la ceremonia de ese día era un acto de valor, por publicar un libro cuando en muchos crece la apatía por la lectura y hasta se cuestiona el valor del libro impreso y cuando, circunstancialmente, ese día estábamos amenazados por una tormenta.
Y las emociones salieron a flor de piel desde que el autor fue sorprendido por la seora Rita Abinader Corona, quien leyó una breve y muy aplaudida exposición que llevó al autor hasta las lágrimas.
Luego, cuando al dar las gracias, Miguel hizo sendos reconocimientos al doctor Ramón Antonio Veras por haberlo defendido en los militarizados tribunales de los doce años; y al legendario revolucionario Miguel Ángel Muñiz Arias, también presente, del cual resaltó la solidaridad y el calor humano con que lo recibió al ser llevado Miguel a la cárcel de La Victoria.
Por demás, Miguel Mejía aporta una experiencia de trabajo internacionalista, que alguna vez habrá que estudiar en toda su importancia.