La muerte se ha llevado al doctor Carlos Lamarche Rey, eminente hematólogo y dirigente deportivo, y con él al último suspiro por el adecentamiento del Comité Olímpico Dominicano (COD), y del movimiento confederado del deporte organizado.
Cabeza visible que lideró la acción renovadora del COD a inicios de la década de los 70 y culminó con la imposición de la presidencia de esa entidad al ingeniero Roque Napoleón Muñoz para sustituir al desgastado fundador del olimpismo, Wichy García Saleta, Lamarche Rey fue visto desde entonces como la garantía de un sano desarrollo del movimiento clubístico y confederado todavía plantaba sus cimientos.
Conocedores del peso del ingeniero Muñoz en toda la sociedad y en el Colegio de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores el movimiento renovador nos autorizó a presentar su candidatura a la presidencia en la histórica asamblea en el Centro Masónico de 1970, en nuestra condición de vocal del COD donde perdimos por un voto. La semilla renovadora germinó porque en 1974 la asamblea instaló a Muñoz, no sin antes reconocer los esfuerzos de Wichy para sentar las bases del olimpismo.
(Es cierto el argumentó que utilizó Wichy en la asamblea del 1970 para dejar la duda en los federados, pues la noche anterior Muñoz dijo a los comisionados le ofrecimos la candidatura, Tomás Troncoso y quien esto escribe, apreciaba mucho la distinción pero él no sería el que sustituya su compadre dos veces, Wichy.)
En 1974 ese mismo equipo promovió a Polón Muñoz a partir del convencimiento generalizado se necesitaba nueva generación en el olimpismo, más transparente, democrática y que hiciera honor de ir al movimiento sin procurar beneficio personal.
Lo que se instaló desde entonces, promovido por un sector que desertó del movimiento renovador, fue la manipulación del movimiento sobre la base de ofertar ascensos y reconocimientos sociales con tal de garantizar la continuación en la dirección de las federaciones y del COD. El ideal de que al movimiento se fuera a servir desde posiciones profesionales o de cualquier otro tipo le dieran estabilidad económica, se abandonó y se procuró apoyar a todo tipo de tránsfugas y buscavidas.
Observando el deterioro desde las gradas, aunque con algunas intervenciones de denuncias, nos quedamos Monchín, Maximito, Joselyn, el abogado Lamarche, nosotros y muchos más fundadores del olimpismo incapaces de echar el pleito e iniciar nuevas jornadas contra la manipulación.
La distorsión llegó a un punto en que los mismos que fueron manipulados se rebelaron contra la dirección que los promovió, y los sacaron del poder. Aconteció lo previsible, que la segunda pasara a dirigir el movimiento, hasta que los privilegiados y manipuladores volvieran por sus fueros y lo capturaran de nuevo.
Ahora vemos que apóstatas dan golpes en el pecho confesando el deterioro que todavía se proyecta, los que prohijaron todo tipo de eventos promocionales desde el Club Mauricio Báez, base de toda la operación.
Ya no es mucha la reserva moral y ética restante en el movimiento pero si se inspiran en el historial de Lamarche Rey tendrían una oportunidad de recuperarlo.
*Por Pedro Caba