Así es. El año 2019 se termina y todo parece indicar que será arropado por las actividades políticas y la aprobación de uno de los presupuestos del Estado más altos de la historia económica del país.

Ese presupuesto reflejará una parte de la inversión del Gobierno destinado a la construcción de hospitales, escuelas, carreteras, avenidas puentes y elevados.

Será la inversión que se ve. Y el monto para el pago de la alta deuda externa, que es la parte que no se ve, será también elevado.

¿De dónde saldrá el dinero para honrar los compromisos del Gobierno? De la enorme cantidad de impuestos que pagan los contribuyentes, naturalmente. El temor radica en que la demanda de tanto dinero del presupuesto pueda incidir, peligrosamente, en un aumento de la estructura de recaudación del Estado.

Una vez más habría que ver la otra alternativa. Que consiste en financiar una parte de ese presupuesto de 2020 tomando en cuenta el ahorro nacional.

Y que eso implique mantener el presupuesto tal como está en la actualidad. ¿Será posible? Tenemos los técnicos calificados en todas las dependencias que trabajan la pieza económica. ¿Y qué más haría falta? Una férrea voluntad política para hacerlo.