Con tres millones de refugiados en tres semanas de guerra, la invasión de Rusia a Ucrania es ya la crisis “más grande de la historia” que intenta paliar la Unión Europea desde que creó su sistema de ayuda humanitaria, hace más de veinte años.
Esta es la operación de protección civil más grande de la historia (…) De largo, la más grande”, asegura el comisario europeo de Gestión de Crisis, Janez Lenarcic, desde la sala de operaciones del centro que la UE tiene en Bruselas para coordinar la ayuda humanitaria de los Veintisiete a Ucrania y a sus países vecinos, principalmente Polonia.
Desde que empezó la agresión en la madrugada del 24 de febrero, el Gobierno de Ucrania ha solicitado comida, material de primeros auxilios para niños, medicinas y equipos médicos, pasando por ambulancias, facilidades para el refugio o incluso gasolina.
Todas las peticiones se centralizan en el Centro de Coordinación de Respuesta a Emergencias, donde un equipo de unas veinticinco personas pone en marcha la logística para que el material llegue desde los distintos rincones de la UE a Ucrania, en los puntos fronterizos situados en Polonia y Rumanía.
Desde ahí, el material se carga en camiones que el Gobierno ucraniano distribuye por el país según las necesidades o bien lo reparten las organizaciones humanitarias.
En el vigésimo primer día de guerra, los países de la UE, junto a Noruega y Turquía – que también dan apoyo- han ofrecido cerca de 100 millones de euros en material y otros 93 millones en concepto de ayuda humanitaria para que Naciones Unidas, el Comité Internacional de la Cruz Roja y diversas ONG compren el equipo necesario.
“Un gran reto”, debido a la “inseguridad” sobre el terreno, explica Lenarcic, porque “las fuerzas rusas, en violación del derecho internacional humanitario no están protegiendo a los civiles, están destruyendo las infraestructuras civiles y no se da acceso a los trabajadores humanitarios».
La entrega es especialmente difícil en el este de Ucrania, donde hay “restricciones” para que puedan acceder las organizaciones, sobre todo en ciudades como Mariúpol o Jarkov, que están sufriendo los mayores bombardeos rusos, explica Martin Taschner, director general de la Comisión Europea de la unidad de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria para el sur y el este de Europa.
“Allí, nuestros socios tienen que negociar el acceso con las fuerzas en conflicto para poder entregar la asistencia a las personas que la necesitan” y “no pueden entregar la ayuda en el volumen que es necesario”, asegura.
En cambio, en el oeste de Ucrania, en ciudades como Lviv, “a pesar de que también hay restricciones a la seguridad, la ayuda fluye de forma más fácil».
España ha ofrecido medicinas y material médico a Ucrania, pero también a Moldavia, donde 100.000 refugiados, principalmente mujeres y niños han huido ya de ciudades como Odesa, otra de las que más está sufriendo la guerra.
Porque además de a Ucrania, la UE dirige también su asistencia a otros países, principalmente Polonia y Rumanía, que acogen el mayor número de refugiados.
Según Lenarcic, si la guerra dura “diez semanas más, podríamos alcanzar la cifra de 15 millones de personas». Los países europeos, además, han reservado 10.000 camas en sus hospitales para trasladar a los ucranianos que sufren enfermedades crónicas y que no pueden recibir atención en su país, que son, junto a los niños y los mayores, las personas más vulnerables.
La guerra de Ucrania es ya la peor crisis humanitaria que está teniendo que gestionar la UE, superando al millón de refugiados que llegaron desde Siria en 2015 u otros desastres como la explosión de Líbano, en agosto de 2020.