Este muchacho me ha salido malo. ¡Cuántas veces hemos escuchado esta frase de padres refiriéndose a sus hijos que no les dieron los resultados que aquellos habían idealizado! Para todos los que se encuentran en esa situación les ofrezco a continuación una oportuna contribución de Ramón Antonio Ocumárez Puente:
Tus defectos como hijo son mis fracasos como padre dice-, y agrega estas reflexiones:
No está de más recordar esto para los que ya tenemos hijos mayores, y pasarlo a las mamás jóvenes, que parece que les tienen miedo a sus hijos, y a nuestros hijos que algún día serán padres…
Para reflexionar:
Una mujer de 55 años visitaba a su hijo de 23 en la cárcel. Él estaba ahí por homicidio culposo, ya que había atropellado a un niño al entrar a alta velocidad en una calle en sentido contrario tratando de escapar de una patrulla que lo perseguía por haberse pasado un alto.
Entró al penal completamente destrozado de los huesos y en silla de ruedas, ya que, el padre de la criatura muerta se le fue a golpes, y el policía – que ya estaba justo detrás – se hizo de la vista gorda y no lo detuvo hasta que casi lo mata…
El hijo le decía a la madre:
– Sabes mamá, yo no soy un asesino premeditado ni un maldito desalmado, solo que ya concluí que estoy aquí porque APRENDÍ Y ME ACOSTUMBRÉ a romper reglas y a no cumplirlas jamás sin ningún límite.
– ¡Ay hijo!!!, es que de chiquito te ponías taaaan difícil, cada vez que yo te daba una orden o una instrucción me desafiabas y hacías unos berrinches tales que yo no lo soportaba y te dejaba hacer y deshacer con tal de evitarme conflictos y de que estuvieras calladito y complacido para que tu papá no me dijera: calla a ese niño !!!
-Desde que tenías 3 o 4 años, cuando yo te decía:
1) Cómete tus verduras para que crezcas sano y fuerte, me decías: Yo no quiero ser sano ni fuerte, no me importa, ¡déjame en paz!
2) Recoge tu cuarto: No voy a recoger nada, así estoy contento, ¡si quieres recógelo tú!
3) No destruyas las cosas, cuídalas: No me importa yo quiero jugar así, y si no me compras cosas nuevas gritaré y lloraré hasta que me las compres.
4) En esta casa se hace lo que yo digo: No Mamá, no lo haré ¡YA NO TE QUIERO y si me hablas así, me voy a ir a otra casa!
Y así siguió la lista interminable de instrucciones y respuestas a lo largo de la vida de este hijo rebelde y padres pasivos, flojos y blandengues hasta que el hijo interrumpió a la madre gritándole: -¡Basta ya, mamá! Solo dime, ¿cómo fue que siendo un adulto le creíste y obedeciste a un niño tan chiquito? Hoy, a mis 23 años estoy destrozado, infeliz y sin futuro.
De nada sirvió que estudiara o que no hayamos sido pobres, le quité la vida a una criatura y de paso les arruiné el resto de la vida a ti y a mi papá. ¡La vida en la cárcel es una miseria!.
Pregunta: Si tu hijo estuviera a punto de caer en un precipicio y tú lo estuvieras sosteniendo de la mano: ¿Lo apretarías con todas tus fuerzas o le detendrías la mano suavecito para que no le duela?
Lo mismo pasa con los valores, la disciplina y las reglas: sé responsable y apriétalo fuerte, y lo salvarás del precipicio de la vida en sociedad.