La recuperación del turismo es un hecho, no sólo porque lo dicen las autoridades del ramo, las estadísticas financieras y los operadores del negocio, sino por la evidencia de sus efectos en las comunidades y en el comercio.
Bastante se ha dicho que producir en el sector agropecuario para el consumo en los polos turísticos es tanto como exportar sin tener que embarcar para llevar artículos a otro país. Y es cierto.
El interés que se nota alrededor de este negocio es, en realidad, bastante extendido.
El anunciado inicio de la construcción de hoteles en Pedernales, la apertura de una nueva ventana para darle un segundo aire a esta actividad en Puerto Plata y la colocación de Miches al más alto nivel son, sin dudas, señales de que las opciones de las formas más tradicionales de esta actividad no están agotadas.
Fitur, la feria turística mundial que tuvo lugar en Madrid a mediados del mes pasado, dejó a los que viajaron a verla o a participar, muy entusiasmados. Particularmente por el interés sobre la representación dominicana.
Así que debe de haber más que dinamismo en la promoción y la gerencia. Parece oportuno preguntarse si estamos en las condiciones de confrontarnos con dos consecuencias inevitables: la demanda de espacios para alojamiento que acompañaría a una mayor cantidad de turistas en lo inmediato, y la reacción de competidores.
Otro elemento a considerar, visto el marcado perfil de sol, agua y arena de los encantos actuales del país, es el sargazo, próximo a entrar en el escenario.