
Uno de los ejercicios más fútiles que frecuentemente ha impulsado la oposición política contra el gobierno del presidente Luis Abinader, es la de insistir con “que no ha construido nada”.
Así pues, con una simple y única respuesta, como es la del desarrollo de la zona de Pedernales, el tema se concluiría.
¿O acaso llevar a cabo ese desarrollo no incluye acueductos, carreteras, aeropuertos, edificios, casas, etc., lo que a su vez generará trabajo, dinamismo económico, y quizás lo más importante, un freno a la migración de pequeños pueblos a las grandes urbes?
¿Existe algo más trascendental para el ser humano, que ver que su entorno se ha transformado y que él y los suyos pueden progresar en donde viven?
Después de ese legado que cambiará una zona del país, se pueden enumerar los clásicos de siempre: hospitales, puentes, metros, teleféricos, puertos, carreteras y sus ampliaciones, etc. Risible sin duda discutir que, si son muchos o pocos, pues no se trata de eso.
La verdadera obra del presidente Luis Abinader se puede resumir en las palabras de “El Principito” de la pluma de Antoine de Saint-Exupéry, clásico que mis padres me regalaron siendo un niño, de allí siempre recuerdo la frase: “Lo esencial es invisible a los ojos”.
Las obras que cambian a un pueblo son las que lo organizan, las que tocan los seres humanos, por eso, cuando se pase balance a los gobiernos del presidente Luis Abinader, lo que quedará para siempre será su empeño en mejorar directamente la vida del dominicano.
Con un Código Penal actualizado.
Con una ley de Aduanas moderna.
Con un incremento sostenido de visitas de turistas.
Con un ascenso en la calificación PISA en nuestra educación y un aumento en las aulas para los niños de 3 años en adelante (educación temprana).
Con un sistema de transparencia pública elogiado internacionalmente, lo que catapulta nuestra mejora en la calificación de riesgo país.
Con unos militares y policías bien entrenados y con sueldos dignos.
Con dos millones de personas que si se enfermaban estaban desprotegidos, pero que ahora SENASA los tiene bajo su sombrilla.
Con miles de personas agregadas a los programas de medicamentos de alto costo.
Con una asignación doble de recursos en la tarjeta Supérate, ayudando así a los menos afortunados y cerrando los círculos de pobreza extrema.
Con la constante entrega de títulos de propiedad.
Por tan solo mencionar algunas de las obras que sí inmediatamente cambian a todos los dominicanos.
Construir por construir no sirve de nada, sino existen las condiciones en el ser humano para aprovechar esas construcciones, un puente de nada sirve si no hay dinero para comprar la “passolita” que lo cruzará.
O como decía mi padre: ¿tú comes con los ojos?
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Elías Brache
Vice canciller de la Republica, gerente del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) y Cónsul General en la ciudad de Chicago, Estados Unidos de América.